Pepe Fernández, general y periodista

Con Pepe Fernández la teoría de los vasos comunicantes, que es física y química en estado puro, adquiere una dimensión social de trascendencia suprema. Podría decirse, con rotundidad, que este general que además es licenciado en Ciencias de la Información y ávido lector de novela negra condensa en sí mismo todos los mundos que uno pueda imaginar y hace ejercicio exponencial en una sola alma, algo tan grande como su bonhomia y prestancia, su sapiencia y su apostura, lleve fajín rojo de general o pantalón beige de pinzas. Mira uno por qué José Fernández Ortega está en todos los frentes, manejando sabiamente disciplinas tan dispares como las que maneja (verbigracia, la junta de oficiales de una institución centenaria o la línea editorial de un periódico) y se encuentra con una explicación lógica: Sabe estar porque es caballerosidad andante, sabe lo que se trae entre manos porque estudia y analiza y, qué cosas en estos tiempos de ruido y prisas, sabe, especialmente sabe, porque escucha, escucha con oídos abiertos y afronta la vida con los ojos despiertos de quien piensa que aún tiene mucho que aprender. Desde fuera, se aprecia que todos los vasos comunicantes de los mundos tan diversos que transita a diario están, con él, en su medida exacta, sea por disciplina militar, fuere porque su condición de humanista incansable le mantiene alerta en una sociedad como la nuestra tan dada a la lisonja fácil y el cainismo de barra por bandera. General y periodista, ya digo, con este jaenero de La Guardia y con raíces en Pegalajar, padre y abuelo, amigo fiel y tertuliano entusiasta, se aprende del mejor rincón para tapear en esta ciudad de historia y bares de la misma forma que te aclara que con táctica se ganan las batallas, pero que ningún frente de la vida tiene éxito sin una estrategia medida y adecuada al momento, el entorno y el contexto. Acabo esta glosa, merecida y comprometida con quien bien que se lo merece resaltando una honda satisfacción para quienes le queremos: Miles de guardias civiles esparcidos por las casas cuarteles de toda España se forjaron con su impronta y talante en la Academia de Baeza.

Se avecinan tiempos complicados, también dramáticos, para los pueblos y aldeas de Jaén. La sequía ha hecho estragos en el campo y cuando llegue la recolección dimensionararemos el verdadero drama de la Jaén vaciada, calles y barrios, municipio a municipio. No hay aceituna, las tormentas del domingo aliviaron el ambiente, no van a abrir decenas de almazaras, no habrá jornales con los que aguantar el invierno y, si no acude al rescate el Gobierno, la situación se hará completamente insostenible para los alcaldes y alcaldesas, primera línea de desesperación.