Adrián

    25 mar 2021 / 09:34 H.
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    Algunas tardes cuelga la jaula del chaparro para que el macho tome sol y se arranque a echar su reclamo al campo. Lo hizo cuchichero su padre desde muy niño. Ahora, que cada día oye menos y apenas ve de lejos, el abuelo se refugia leyendo. Hoy ha visto como el sobrino-nieto, que después de todo es alemán, apartaba de un certero golpe de mano los juguetes que estorbaban para poder abrir sobre el sofá el libro que le envió el abuelo paterno. Y comprendió que también él tenía que dar un golpe de mano y apartar tantas bagatelas que lo entretenían impidiendo que la relación, con el libro que entonces leía, fuera tan exclusiva e intensa como requería el caso. Hete aquí que Adrián el sobrino-nieto, acaso por ser alemán, le había abierto los ojos y revelado el camino. El tío-abuelo depositó respetuosamente los libros en una caja de papel y dejó sobre el escritorio el que estaba leyendo, al que dedicaría su atención los próximos días. Los duendes de Macondo eran tan perfumados e intensos que el abuelo cerraba los ojos suspendiendo la lectura de vez en cuando, porque necesitaba ver mariposas de colores volando sobre un cielo diáfano, para relajarse y reemprenderla de nuevo ávido de noticias.

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