San Fermín.-Un marteño, en el angustioso tapón humano que dejó diecinueve heridos

SILVIA RUIZ DÍAZ / MARTOS
El marteño Miguel Ángel Sánchez de Toro soñó, desde que tenía uso de razón, con ir a la fiesta navarra de San Fermín. Lo consiguió este año, pero la experiencia fue impactante. Estuvo presente en el angustioso tapón que se formó el sábado en el penúltimo encierro y que dejó diecinueve heridos.

    17 jul 2013 / 10:54 H.

    Miguel Ángel Sánchez de Toro, un marteño de veinticinco años, trabaja en el hospital de Logroño. Dada la cercanía con la comunidad navarra, fue, el pasado fin de semana, a correr en los sanfermines. “Siempre he tenido la ilusión de ver los encierros, pero la distancia de Martos a Pamplona lo impedía. Este año, estando en Logroño, me lo planteé y decidí disfrutar de la fiesta de San Fermín”, apuntó a Diario JAEN. El viernes por la tarde, cuando salió de trabajar, se desplazó hasta Pamplona, donde también tiene unos amigos y compañeros de trabajo. Cenó y pronto se fue a la cama. Tenía que madrugar para correr el sábado en el penúltimo encierro y estaba a punto de cumplir uno de sus sueños. Se levantó a las cinco y media de la mañana, desayunó churros y, después, se metió en el recorrido. Como era su primera vez, preguntó a los veteranos cuál era la mejor zona para correr. “Hablé con unos y con otros, para saber cómo lo podía hacer. Me plantearon que, un sábado o domingo, era complicado. Hay una pendiente hacia arriba y los toros, por su constitución, cogen más velocidad en las cuestas. Era algo para veteranos”, señaló, y añadió: “Me dijeron que era mejor que me pusiese en la conocida curva de Telefónica y entrase a la plaza de toros, para que hiciese la parte final del encierro”.
    Así lo hizo. La recomendación siguiente era esperar cuarenta segundos cuando se oye el chupinazo para iniciar carrera, y este joven empezó a calentar. “Cuando sonó el chupinazo sentí que la gente estaba nerviosa, y al segundo diez ya estaba corriendo. Empezaron los rifirrafes, los empujones. A medida que pasaba el tiempo, aumentaba la tensión”, aseguró. Y, casi arrastrado por la masa de gente, trotando, llegó al callejón de entrada a la plaza de toros. “Veía mucha gente, pero no era consciente de lo que allí había montado. Era la primera vez que corría y no sabía si eso era normal”, expresó. Pronto se dio cuenta de que algo fallaba y de que se había formado un angustioso tapón humano, que luego dejó diecinueve heridos, algo que no ocurría desde 1977.
    El joven vivió, a continuación, una experiencia impactante, que afirma no volver a repetir. “Es una sensación de angustia, de impotencia. Creo que es la primera y la última vez”, precisó.
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