Luis Ortega Carmona: “Supe desde niño que quería ser guardia civil”

Luis Ortega Carmona tenía muy claro desde que era un niño que quería ser guardia civil.   Vestir el uniforme fue siempre su gran aspiración, desde que daba sus primeros pasos en un cuartel de Bilbao, la ciudad en la que su padre estaba destinado y en la que nació el 15 de mayo de 1964, por aquellos caprichos de la vida trashumante que lleva cualquier miembro del Instituto Armado. Poco después de cumplir tres años, su familia hizo las maletas y regresó a la provincia. Primero, a Lopera. Después, a la capital. Por eso, el teniente coronel jefe de la Comandancia de Jaén proclama ser un jiennense mes. Ahora, acaba de cumplir los cien primeros días en un cargo que fue su aspiración desde aquel lejano día de 1984 en el que salió de la Academia Militar de Zaragoza, convertido en guardia civil. En esos 31 años de intensa carrera profesional, Luis Ortega Carmona ha estado íntimamente vinculado a la provincia jiennense.

30 ago 2015 / 09:16 H.


—¿A qué se hubiera dedicado de no haber sido guardia civil?  
—Lo tuve muy claro. Siempre fue mi vocación, pero es que, además, tengo la suerte de que mi trabajo es mi pasión. Disfruto mucho con lo que hago y no me importa echarle muchas horas. De no haber sido guardia, me hubiera gustado estudiar Medicina.
—¿Cómo fue su primer destino?  
—Estuve un año en la llamada línea de Atarfe, una de las zonas que, por aquel entonces, acumulaba más delincuencia de toda Andalucía. Allí, había de todo: drogas, prostitución, atracos... Para mí, fue la mejor escuela. Aprendí muchísimo en ese primer año.
—¿Cómo fue su trayectoria para llegar a Jaén?  
—Me lo oirán decir muchas veces, pero uno de mis mayores orgullos es poder servir a la gente de mi tierra, a los jiennenses. Lo he buscado siempre con mi profesión y he procurado que mis destinos sean en esta provincia. La aspiración de cualquier teniente coronel debe ser dirigir una Comandancia. Para mí, estar en Jaén es lo máximo.
—¿Cómo es la Comandancia de Jaén?  
—Es una institución cuyos componentes han demostrado mucha valía y profesionalidad. No es un lugar de paso, sino que los guardias vienen aquí muy asentados y con mucha experiencia. Es un gran lugar para trabajar por el soporte humano que me he encontrado, aunque es verdad que tengo menos gente de lo que quisiera.
—¿Cómo le han afectado los recortes?  
—Actualmente, el catálogo de la Comandancia está compuesto por 1.317 guardias civiles. Hay 152 vacantes, lo que supone que está cubierto al 88,45 por ciento. La escasa oferta de plazas está produciendo ciertos problemas. Parece que la intención del actual Gobierno es cubrir el 100 por 100 de la tasa de reposición. Habrá que esperar.
—¿Necesitaría más plantilla?  
—A esa pregunta siempre voy a responder que sí, por motivos obvios. Sin embargo, es lo que hay y con lo que tenemos que trabajar. Estamos haciendo un ejercicio para agudizar la imaginación y aprovechar los recursos para mantener los mismos niveles de eficacia. Por ejemplo, hace tres meses, entró en vigor una nueva orden de servicio, que mejora las condiciones de vida de los guardias y les permite conciliar su vida laboral con la familiar. A nosotros nos ha obligado a hacer encaje de bolillos para mantener determinados servicios. Sé que la Dirección General es consciente de que se necesitan más medios.
—¿Cómo están los cuarteles?
—Lo que más me preocupa es la situación de seis municipios en los que los que estamos en dependencias que nos han dejado los respectivos ayuntamientos. Estamos muy agradecidos a los alcaldes de Villanueva de la Reina, Marmolejo, Arjonilla, Porcuna, Huelma y Alcaudete, por dejarnos esos inmuebles. Sin embargo, no es lo que quiere este teniente coronel, porque hay algunos edificios que no están bien equipados. Por ejemplo, no tienen calabozos o carecen de un lugar para proteger a las víctimas. Un cuartel no debe ser solo una oficina para recoger denuncias. Por eso, tengo claro que la situación en esos seis municipios es temporal y ahí se vuelcan muchos de nuestros esfuerzos. También quiero agradecer el apoyo económico que nos ha brindado la Diputación en los últimos años para el arreglo de los cuarteles que están en peor estado.
—¿Cómo es la delincuencia de Jaén?  
—Es una provincia eminentemente agrícola, en la que no se producen grandes conflictos socio-laborales. La tasa de delincuencia es de las más bajas de España, con 27 delitos por cada mil habitantes, cuando la media nacional está en 47. Por lo tanto, la gran parte de nuestros esfuerzos se dirigen a la vigilancia y la custodia del campo.
—Sin embargo, sigue habiendo quejas por los robos en explotaciones agrícolas. ¿A qué se debe esa sensación?  
—En tiendo que haya preocupación, sobre todo de aquellas personas que han sido víctimas de un delito. Es perfectamente comprensible que se quejen. No obstante, solo el 3 por ciento de los delitos que se denuncian se producen el ámbito rural y, de ese porcentaje, más de la mitad se resuelven satisfactoriamente. Dicho esto, hay que tener en cuenta que Jaén tiene una extensión inmensa, de más de 13.000 kilómetros cuadrados. Es imposible que haya un guardia civil detrás de cada uno de los 60 millones de olivos.
—¿Ha cambiado la delincuencia en estos últimos años?  
—En términos generales, es muy parecida. Lo que ha cambiado es que está mucho más organizada. Los delincuentes cuentan con más medios y se han vuelto más ágiles. Hemos tenido que adaptarnos para tratar de ir por delante de ellos.
—¿Hay alguna zona o comarca de la provincia que le preocupe especialmente porque sus niveles de delincuencia están por encima de lo deseable?  
—Hay determinados sitios que están más castigados que otros. Nos preocupa mucho el eje que se forma entre Torredelcampo, Torredonjimeno, Martos y Alcalá la Real. Bailén y La Carolina también son zonas más conflictivas, al igual que Baeza y Úbeda. Toda la parte de la Sierra es mucho más tranquila. Volcamos muchos esfuerzos materiales y humanos en tratar de normalizar la situación.
—¿Y Despeñaperros?  
—Es un lugar de paso. Hace unos años, era la principal y casi única vía de acceso a Andalucía. Eso ha cambiado y es un sitio mucho más tranquilo. Sí estamos más volcados con el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, que recibe más de 500.000 visitantes. Velar por la seguridad de estas zonas es primordial para la Guardia Civil de Jaén. Y, además, contribuimos al mantenimiento del gran pulmón turístico de la provincia y de una reserva natural incomparable.
—Dice el refrán que cada maestrillo tiene su librillo. ¿Cuál es el suyo al frente de la Comandancia?  
—Antes de nada, tengo que alabar el gran trabajo realizado por mi antecesor en el cargo, el hoy coronel Almiñana. Dicho esto, la línea general es intentar mejorar las condiciones de los hombres que tengo a mi cargo, porque sé que ellos se van a dejar la piel es mejorar la seguridad de los ciudadanos. Más en lo concreto, yo provengo de la Brigada de Información y de la Policía Judicial. Quizá por eso me gusta estar muy encima de las distintas investigaciones que se llevan en los diferentes puestos.
—Lleva apenas tres meses en el cargo y ya se le han presentado varios asuntos muy complicados que ha resuelto con éxito, como la operación “Triunfal”, el caso de los niños de La Carolina o la detención del supuesto secuestrador y violador de una mujer en Torredonjimeno. Ha entrado con buen pie...  
—Es una cuestión de mucho trabajo. Toda la Comandancia ha hecho en esos casos que cita un sobreesfuerzo extraordinario del que me encuentro muy orgulloso. Se trata de destinar los mejores medios disponibles.
—La Comandancia tiene varios asuntos pendientes como el asesinato a tiros de un hombre en Andújar hace ya cinco años y el caso de Tidiany Coulibaly, el temporero desaparecido en Villacarrillo en diciembre de 2013. ¿Cómo están esos casos?  
—Una de las primeras cosas que hice cuando llegué al cargo fue reunirme con la gente de Policía Judicial para interesarme por los asuntos que estaban pendientes. No se han dejado de investigar en ningún momento y, de hecho, a día de hoy, se están haciendo más pesquisas. Para nosotros, el caso del temporero de Villacarrillo está resuelto y hemos llevado a una persona a disposición de la Justicia como responsable de su desaparición. Eso sí, nos falta encontrar a Tidiany.