“Hay que establecer prioridades en el reparto justo de las ayudas”

Jordi
cañas pérez

23 feb 2020 / 18:06 H.

Ciudadanos se estrenó en el Parlamento Europeo, en la legislatura pasada, con un diputado y, en la actualidad, tiene siete. Jordi Cañas Pérez (Barcelona, 1969) es uno de ellos. Miembro del grupo “Renew Europe”, es vicepresidente del componente europeo de la Asamblea Euro-Lationamericana y pertenece a la Comisión de Comercio Internacional y a la Delegación para las relaciones con Mercosur. Habla del aceite y del olivar como si hubiera echado los dientes en Jaén y, en cierto modo, así fue. Su padre, natural de Santiago de Calatrava, es uno de los jiennenses que, en los años de emigración, buscó futuro en Cataluña. Fue él quien inculcó a su hijo el amor por el terruno.

—¿Qué representa para un ciudadano el trabajo del Parlamento Europeo?

—Prácticamente el ochenta por ciento de la legislación básica del día a día, que se traspone, más tarde, a los parlamentos nacionales. El debate de los grandes temas se realiza aquí.

—¿Somos conscientes?

—No. Tampoco lo valoramos ni lo fiscalizamos como ciudadanos.

—¿Qué visión tiene de Andalucía y, en concreto, de Jaén?

—Tenga usted en cuenta que mi padre es de Santiago de Calatrava, tiene 84 años y se fue a Barcelona con 14. Conozco muy bien la provincia y Andalucía. Mi abuelo era jornalero y mi padre trabajó en los cortijos, arando, segando... Nunca ha perdido el amor a su tierra y tengo familia en este pequeño pueblo de Jaén. Quizás fue esto lo que me movió a meterme en política. Siempre digo que Cataluña fue una tierra que dio a mis padres la oportunidad de trabajar y de labrarse un futuro. Yo estuve el año pasado en Jaén y en Córdoba para conocer el problema del sector del aceite de oliva y, después de cuarenta años, regresé a Santiago de Calatrava y vi el gran cambio que ha dado, mucho y para bien. El problema de la gente es que vive muy bien, pero no tiene oportunidades ni expectativas, como pasa en toda la España interior.

—Una provincia olivarera, que vive del aceite de oliva y de las ayudas europeas que ahora están en boga. ¿Cuál es la postura de Ciudadanos con respecto a la reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC)?

—Creo que voy a decir lo que todos, porque aquí no hay diferencias entre partidos políticos. Como diputados españoles en el Parlamento Europeo, la intención es mantener la política agraria y mejorarla, no solo en recursos, sino también en ajustes. Estamos en un debate importante, que es el marco financiero plurianual, pero yo creo que cometeríamos un error hablando solo de los recursos. Nosotros queremos que se mantengan, algo que será complicado, porque hay menos dinero, más países y otras prioridades, que también son necesarias.

—Se ha ido un contribuyente neto. ¿Más leña al fuego?

—Efectivamente, ese es otro problema, el Reino Unido. Además, nos estamos exigiendo mucho más sin aumentar el presupuesto. Hay una voluntad por parte del Parlamento Europeo de mantener el esfuerzo financiero, pero hay un problema, y es que existen menos recursos. Entonces, o aumentamos las contribuciones de los países y, por lo tanto, se mantiene el presupuesto o tenemos un problema.

—¿Cree usted que esas prioridades que refiere pueden ser una oportunidad para el olivar más tradicional?

—Aquí tenemos dos problemáticas, una cosa es la PAC y otra es la inquietud que tiene el sector, que a veces lo confundimos. La PAC tiene unos objetivos, encaminados a mantener su compromiso de inversión y de uso de los recursos para que la agricultura quede fijada al territorio y tenga más funciones que las plenamente económicas. Tenemos una agricultura que es, en sí misma, competitiva y que es una industria que acarrea otro tipo de problemas. El primer sector y la PAC son dos realidades que se encuentran en muchos espacios, pero no en todos. Hay sectores que deben recibir ayudas para ser competitivos y hay otros que son rentables y que tienen un problema que les limita su competitividad. La política agraria no es solo la PAC, hay más herramientas que el Ministerio de Agricultura tiene que articular.

—Le preguntaba por el olivar tradicional...

—Efectivamente. ¿Queremos mantener el presupuesto de la PAC? Sí. ¿Vamos a hacer todo lo posible para que eso sea así? Sí. ¿Va a depender, exclusivamente, del Parlamento Europeo? Sí y no. Los números son los números, por lo que intentaremos que la parte más dañada encuentre complementos en estas ayudas. Lo que quiero que se entienda es que hay un discurso muy fácil, que es conseguir todo, pero cuando no se puede conseguir todo, hay que ser responsables y gestionar lo mejor que podamos con prioridades. Lo que hay encima de la mesa, ahora mismo, es un catorce por ciento menos.

—¿Qué le parecen las movilizaciones de los agricultores?

—Imprescindibles, porque sirven para visibilizar una problemática estructural del sector que es muy compleja, porque pone encima de la mesa el debate del modelo de agricultura y ganadería que tenemos en España y en Europa, cuál es la función económica, social y ambiental que queremos para ella y qué estamos dispuestos a hacer. Lo primero de todo es que el productor tiene que poder vivir y ganarse bien la vida, algo obvio. Es un sector muy quejoso, pero en el fondo ha ido interiorizando todo aquello que se le ha pedido que haga, con las resistencias que conlleva estar formado por personas mayores, que son poco dadas al cambio, con unos tiempos que no coinciden con los giros en los hábitos de consumo... Está claro que quien decida dedicarse a la agricultura y la ganadería tiene que poder vivir de ello. Ese es el quid de la cuestión. Es un trabajo sacrificado, que no tiene visibilidad social ni prestigio y que depende de factores ajenos al esfuerzo, por lo que no tiene más remedio que luchar para poder vivir. Necesitan que les hagamos caso, están hasta las narices de que el debate del país se centre en el debate de los problemas de aquellos que no tienen, por lo que las movilizaciones sirven para que tomemos conciencia, para que los agricultores y los ganaderos tengan presencia en la agenda política y para que sepamos, cuando compramos algo, que hay un señor por detrás que cobra el producto al quinientos por ciento menos. Tenemos que implicar a los ciudadanos en la ayuda a la resolución de este problema, sin mirar para otro lado. Es un sector clave, porque nos da los alimentos y es un valor en un mundo de negocios. Las movilizaciones apuntan en la buena dirección, porque al final nos vamos a beneficiar todos.

—¿Cómo ve el problema de los aranceles?

—¿Respecto a quién? Ahora puede que tengamos aranceles británicos. Soy uno de los ponentes del acuerdo con Mercosur y siempre digo: “Cuidado con lo que pedimos”. ¿Por qué? Porque nosotros somos un país que vivimos de exportar, por lo que no tenemos que tener miedo a ampliar los mercados, sino valorar las oportunidades que nos ofrecen y, sobre todo, evitar la competencia desleal. No recomiendo exigir levantar fronteras, porque si todo el mundo se pone a vender, a quién le vendemos nuestro producto. Y, sobre todo, lo que nos intercambiamos, debemos hacerlo en igualdad de condiciones. Nuestra agricultura ha sido líder en competitividad, tenemos gente que ha sabido convertir un producto en un negocio, por lo que hay que seguir por esa línea, y nosotros, como políticos, tenemos que hacer lo posible para que la competitividad sea en igualdad de condiciones.

—Ponga un ejemplo.

—Tu negocio tiene que ser que yo te tengo que abrir mercados para que cuando te cierren los del cerdo en Rusia tú tengas otros lugares donde vender.

—Para eso están los acuerdos internacionales, ¿no?

—Sí, acuerdos internacionales, reglas justas e igualdad de condiciones. No es “no” al comercio, sino a un comercio injusto.

—Cuando le preguntaba por los aranceles me refería a los de Estados Unidos.

—Vinieron por una cosa que, de hecho, yo fui el primero que lo anunció, que fue el tema de imponer sanciones a los productos agrícolas españoles, franceses e italianos en aplicación de una sentencia. ¿Era legal? Sí. ¿Era justo? No. ¿Actuó legalmente la Unión Europea? No, porque no se preocupan lo mismo si es vino español que si son coches alemanes.

—Alemania siempre lleva ventaja. ¿No es así?

—Sí, pero es culpa nuestra, no de los alemanes, porque nosotros no tenemos el peso específico que deberíamos tener en la comisión porque no negociamos adecuadamente en el consejo. Nos toman por el pito de un sereno. En este caso, el sector no tiene responsabilidad alguna, porque había conseguido entrar en el mercado con productos de calidad. Años de trabajo tirados por tierra por una decisión legal, injusta y que no hemos sabido neutralizar desde el Parlamento Europeo.

—¿Le preocupa el Brexit?

—Nos debería preocupar a todos. Aquí los responsables son los británicos, pero nos ha faltado explicar a los ciudadanos el problema tan grande que se nos viene encima, sobre todo en el sector de la agricultura. Yo estoy en la Comisión de Comercio Internacional y vamos a trabajar para conseguir un acuerdo justo y, sobre todo, rápido, porque son expertos en darnos la vuelta. Una de las medidas es abrir mercados alternativos.

—Muchos británicos viven en Andalucía...

—Bueno, a mí eso no me preocupa porque consumen lo mismo. Creo que eso es lo más fácil de ajustar con convenios entre el Reino Unido y España. Lo que me inquieta de verdad es lo económico, no solo unos aranceles, sino también unas trabas aduaneras.

—¿Qué hay que hacer mientras?

—Planes de contingencia. Tenemos once meses por delante antes de llegar al Brexit duro.

—¿Qué significa Mercosur?

—Significa cuatrocientos millones de habitantes a los que no tenemos que explicar qué es el aceite de oliva de Jaén, el vino de La Rioja o de Jumilla o los quesos de Extremadura. Son productos con certificado de calidad europea.

—¿Se nota el cambio de Gobierno español en Bruselas?

—¿Puedo ser sincero?

—Espero que lo sea...

—Era una pregunta retórica, porque todos tenemos un doble gorro, el de partido y el de ciudadano. A mí, generalmente, no me gusta criticar al Gobierno de nuestro país, porque aquí nos debilita, pero el problema es cuando las acciones de Gobierno de nuestro país nos debilitan más que la crítica. Yo creo que ha empezado muy mal, porque da mensajes de falta de confianza y de cambios de rumbo que, en política internacional, no vienen nada bien. Respecto a lo que nos ocupa del sector, lo veo muy desaparecido.

—Pedro Sánchez se ha pronunciado al respecto.

—Sí, ha hablado del campo para decir que está con los agricultores, pero tú no puedes estar en la pancarta e ir delante.

—¿Qué le parece la subida del Salario Mínimo Interprofesional?

—Estupendo, pero eso cómo afecta a sectores en los que el coste de la mano de obra es determinante para su rentabilidad... No se puede analizar todo como si uno viviera en Madrid o en Barcelona, porque no es lo mismo un salario en un lugar que en otro. No se puede tomar una decisión sin evaluar su impacto en determinados sectores. Esta es una de las pocas cosas que ha hecho el Gobierno, subir el Salario Mínimo, algo que tampoco quiero cuestionar.

—¿Preocupa la unidad de España en Bruselas?

—Preocupan poco y ocupan nada. Un país que tiene un debate permanentemente durante años demuestra debilidad.

—¿Cómo ve Ciudadanos después del batacazo electoral?

—Fue un castigo excesivo, aunque nos merecíamos una reprimenda. Yo estoy en el partido desde 2006, conozco bien su historia, sus altibajos, hay mucha gente que se acercó en 2015 y siempre ha vivido un momento ganador. En la vida, los buenos momentos se suceden de malos, por lo que nos queda por vivir otro bueno.

—¿Con Inés Arrimadas?

—Para mí es la candidata que el partido necesita.