“Este año será en blanco y el futuro del ganado bravo está muy difícil”

Diario JAÉN visita la finca del ganadero Juan Pablo Jiménez Pasquau, en Vilches

    30 may 2020 / 10:10 H.

    Aun paso de Arquillos y mismamente en la ribera del pantano del Giribaile, término municipal de Vilches, se encuentra una ganadería de bravo que resurge de sus cenizas y cuando apuntaba alto llega el parón de la pandemia y la prohibición de los festejos taurinos. Es una dehesa ahora llena de sabrosa hierba para el ganado por las lluvias de primavera, en la que se cuentan por décadas las ilusiones que la familia Jiménez Pasquau ha invertido en ella. La provincia de Jaén es, junto con Sevilla, puntera en ganaderías (alrededor de 80) y la de Jiménez Pasquau, hierro Valdeolivas y sangre Jandilla, es una de las más señaladas merced a Juan Pablo. El futuro, preñado de ganas lo ve muy negro y señala sin rodeos a quien debería ayudar al mundo del toro y no lo hace. “Este año todos los ganaderos vamos a sufrir mucho la dificultad de lidiar las corridas de toros. Sabemos que no vamos a tener ninguna ayuda del Gobierno —apostilla— y yo he pensado siempre que el Ministerio de Cultura, que da 130 millones de euros al cine y 60 millones a la danza, podía acordarse de nosotros, que estamos luchando en esto y no solo por los ganaderos, luchamos juntos por todo el entorno y fijamos personal un área donde vive casi nadie; hay mucha gente alrededor del toro, que viven de esto. Siempre digo, subraya Juan Pablo Jiménez Pasquau, que al que no le gusten los toros que no vaya, pero al que le gusten, que lo dejen disfrutarlo, sin criminalizarlo”.

    —¿Cómo se hace ganadero?

    —Esta finca es fruto de la ilusión, mirando siempre al futuro. Sembramos olivos y esperamos que crecieran. Tenía mi padre ganado manso y mi hermano gemelo Paco yo lo convencimos para comprar una ganadería de segunda y en 1970 compramos a los herederos de Primitivo Valdeolivas una ganadería larga, de 700 cabezas y en 1975 cogimos antigüedad en la plaza de Madrid.

    —¿Satisfecho de la trayectoria?

    —Pasé una etapa muy buena en los años 80, toreando en plazas de toda España; francamente buena, la verdad, pero llegó un momento que con la crisis el ganado bravo se puso imposible. Fui reduciendo hasta quedarme con 60 vacas porque las corridas no se vendían y las novilladas tampoco; vendía solo añojo y erales y en vez de 60 bacas bajé hasta 35. Cuando estaba a punto de tirar la toalla, pensé que era la única ilusión que tenía y le compré a un ganadero, Jandilla, 30 vacas y que me prestara los sementales hasta que yo pudiera seleccionarlo. Ahora, la ilusión ha vuelto a mi cuerpo y a mi familia y estamos ilusionados con el nuevo camino que hemos tomado.

    —Y ahora todo se para...

    —Este año va a ser un año en blanco por el coronavirus y esperemos que el año que viene se normalice. Ente la campaña del Gobierno que está haciendo contra los toros y más que el Gobierno, el partido Podemos, más los animalistas, el futuro está muy difícil.

    —¿Qué les puede decir usted?

    —La gente ve las corridas como una tortura cuando es un animal que vive perfectamente durante cuatro años y si no fuese así hubiese vivido hasta los 15 meses y al matadero. Pasa un cuarto de hora de sufrimiento, no lo niego, pero no es un sufrimiento ta cruel como la gente piensa. En ese momento está peleando por su vida y se pelea con el torero, con el caballo y con las banderillas y cuando uno está luchando no es lo mismo cuando en seco le pegan. Dura ese sufrimiento un cuarto de hora, sí, pero el toro ha vivido 4 años en la dehesa, muy bien. Y no olvidemos que el toro mantiene las dehesas y su espacio ecológico, con toda la biodiversidad que todo eso conlleva.

    —¿Para usted esto es su vida?

    —Me gusta y me ha gustado siempre, como al que le gustan las carreras de galgos. Desde que empecé con mi hermano todo está pensado para seguir con la tradición y con una ilusión permanente de mejorar el ganado. Ahora mis sobrinos ya no están conmigo y ellos iniciaron su camino propio con la ganadería “Los Ronceles”, pero todos seguimos la tradición.

    —¿Van a continuar sus hijos con su pasión y con la finca?

    —Tengo la suerte de tener una hija, Pepa, que es una gran aficionada a los toros, igual que su marido, Rafael Benjumea, que va a ser la continuidad de la ganadería.

    —¿Cómo ha pasado este tiempo de confinamiento?

    —En el campo, disfrutando cada día y entretenido y haciendo cosas. Hemos hecho tientas y he tenido que firmar salvoconductos a los toreros Curro Díaz, Juan Ortega y Cayetano para las tientas. Hemos sacado 4 sementales y estamos muy contentos por ello, sobre todo, por uno, que nos ha puesto la piel de gallina, galopando de punta a punta de la plaza y con un recorrido hasta estrellarse con el caballo y con una humillación en la muleta de verdad que impresionante. Estoy súper ilusionado de que esos toros puedan ponernos en un sitio bueno dentro de la ganadería brava española.

    —¿Cómo se llama ese toro?

    —Se llama “Presidiario”, es puro Jandilla, venía en el vientre de la madre cuando la compramos y a los dos años lo hemos tentado y ha sido un espectáculo, un toro verdaderamente bravísimo.

    Junto a Juan Pablo Jiménez Pasquau está en todo momento en la finca Riego su nieto Rafael, a quien el Estado de Alarma le pilló por las dehesas jiennenses, ya que la familia había venido para una tienta y desde entonces, deberes temáticos y visita diaria al ganado bravo. “He visto la vacas, les he echado de comer y he visto cómo van mejorando ¿Lo que más me gusta? Las tientas especialmente porque ha habido machos buenos y, sobre todo, uno espectacular, que entraba al caballo, a la muleta y cómo metía la cara, lo he disfrutado mucho. Mi abuelo me enseña cómo llevar la ganadería y cosas que no sabía de la plaza, cuando un toro hace algo bueno y cuando no es así, aprendo mucho de él y después de estar fuera de España por estudios ha sido muy bonito este año”.

    Festejos taurinos en 54 de los 97 municipios

    La importancia del mundo del toro y el ganado bravo en la provincia de Jaén viene marcado en la memoria anual de los festejos taurinos. Por la pandemia y el confinamiento no se han presentado los datos de 2019 en el mes de abril, fecha prevista cada año por la Junta de Andalucía, pero difieren mínimamente de los de 2018, con 201 espectáculos taurinos en 54 de los 97 municipios que conforman el viejo Santo Reino. Los datos estadísticos marcan que de esos 201 festejos, 161 son espectáculos tradicionales de suelta de reses bravas, especialmente en la zona este de la provincia, Sierra de Segura, lo que viene a significar que solo una quinta parte se celebran en recintos convenidos y marcados por el reglamento como plazas de toros. Las ochenta ganaderías de bravo que tienen hierro en la provincia de Jaén, según la Federación Taurina, se enfrentan a una situación delicada porque ningún ganado puede salir y el toro de más de cinco años ya no puede ser lidiado y es sacrificado en matadero. No hay datos provincializados sobre las pérdidas en Jaén por la pandemia y el confinamiento, pero la Unión de Criadores de Toros de Lidia prevé para España una sangría económica de 80 millones de euros y para Andalucía, de 35 millones de euros. El censo andaluz es de 54.430 animales, de los que 34.995 son hembras y 19.435 machos repartidas en 125 ganaderías, con Jaén y Sevilla a la cabeza.