Una patente para evitar accidentes laborales con sello villanovense
Pedro Velázquez idea la fórmula para evitar percances como el suyo

Que los accidentes ocurren por un cúmulo de errores, lo tiene claro el protagonista de estas líneas. La historia de Pedro Luis Velázquez Montiel (Jerez, 1987) habla de casualidades, infortunios y superación. Sobre todo de superación. Este jerezano sería feliz con su labor de jardinero especializado en poda de altura si el 3 de septiembre de 2015 —fecha de la cual se cumplirá una década en pocos meses—, un accidente laboral no hubiera cambiado su vida.
Pese a que la experiencia es un grado, su carrera entre jardines y montes en El Puerto de Santamaría, Los Barrios o su añorada Jerez, no impidieron que una motosierra cercenara su muslo derecho y casi acabara con su vida.
“Yo iba para el trabajo, como cualquier mañana”, comenzó, como si de un cuento de terror se tratara. “En el trayecto hacia Los Barrios me llegó un mensaje advirtiendo de que había una rama caída por el viento de la noche anterior y me dirigí hacia allí con un compañero”. Pedro hace mucho hincapié, cuando nos cuenta su vivencia, en que si la información no le hubiera llegado sesgada, otro gallo cantaría, ese fue el primer error. Al llegar al lugar, la rama no estaba en el suelo, y aún la unía al tronco principal del árbol unos tres o cuatro centímetros, los suficientes como para necesitar herramientas que terminasen de desgajarla. Al estar aún en periodo estival, los trabajos de poda estaban pausados, por aquello de evitar golpes de calor en los trabajadores del Ayuntamiento de Los Barrios, motivo por el cual Pedro no llevaba su equipo de protección. La primera casualidad se produjo cuando su compañero advirtió que en la batea del camión que conducía, alguien había dejado olvidada una motosierra el día anterior. El apremio de la faena de aquella jornada hizo que tomaran una mala decisión: “las prisas no son buenas consejeras”, confesó.
La idea era terminar de cercenar la rama para que esta cayera en el interior del contenedor del vehículo y así poder seguir con las labores. Predispuesto a ejecutar la acción, comenzó a acelerar la motosierra. La rama cedió y se volvió contra él, provocando su desestabilización y casi caída de la batea. “El cuerpo, involuntariamente, la reacción que tiene es agarrarse a algo para no caerse”, reflexionó. Lo primero que encontró Pedro en el aire fue el gatillo de la motosierra, presionándolo de forma que aceleró la máquina al máximo.
Esta cayó sobre su muslo derecho, provocando una herida que le recorre todo el cuádriceps. La adrenalina hizo que con sus propias manos se sacara el instrumento de la carne, evitando así, por “milímetros” seccionar la vena femoral. Salvó la vida, pero a cambio sacrificó el 70% de la fuerza de su cuádriceps derecho. También le extirparon la vena safena, imposible de reconstruir y el espadín del instrumento le perforó parte del gemelo, marcándolo en “V”.
Increíblemente, tan solo bastaron 6 meses de convalecencia para volver a trepar árboles y a podarlos. “Los médicos, cuando ven mi expediente, no se creen que tuviera tan poco tiempo de recuperación, pero de la rabia que me invadió cuando el médico me dijo que me despidiera de andar de forma normal, me fui a machacarme en la rehabilitación”, se enorgullece el vigente oficial de jardinería del Ayuntamiento de Villanueva del Arzobispo.
Tras la pandemia, otro accidente laboral en la población de Las Villas le brindó la oportunidad de viajar hasta la “capital del olivo”, como define Pedro a Jaén. “Por ende, tiene que ser la capital de las labores y el uso de la motosierra”, prosiguió. Echando mano de los recuerdos, uno de los días que intentaba conciliar el sueño tras el almuerzo, confiesa que se le vino a la cabeza un modelo de motosierra explosionado, con la división y perfecta visualización de todas sus piezas, y en esa imagen, vio un segundo freno de cadena, el cual hubiera evitado en su momento el fatal accidente que lo tenía en cama en aquella tarde. Estudió las posibilidades de implantarlo y presentó un boceto a la Oficina de Patentes Europea. La idea, con alguna modificación en el camino, fue aceptada hace un mes escaso, por lo que Pedro Luis Velázquez, tras pasar el calvario, tiene en sus manos el proyecto para evitar que otros compañeros de profesión sufran el mismo designio que él.