Tarde triunfal taurina en Baeza
Los toreros-banderilleros salen a hombros tras cortar ocho orejas memorables

La ciudad de Baeza celebró en la tarde de ayer una corrida de toros con motivo de su patrona la Virgen del Alcázar, recuperando una tradición que Tauroemoción ha devuelto a los carteles: la corrida de los toreros-banderilleros, un festejo singular en el que el tercio de banderillas es todo un espectáculo digno de presenciar, informa Marisa Fernández.
La tarde presentó una gran entrada, con más de tres cuartos de plaza cubiertos, obligando a retrasar diez minutos el inicio del paseíllo, a fin de que todos los aficionados pudieran acomodarse en los tendidos. Una vez rotas las filas, el alcalde de la localidad, Pedro Cabrera, hizo entrega a los matadores y al ganadero de una muestra del aceite de oliva de la ciudad.
El primer toro correspondió a Antonio Ferrera, que lo saludó con una larga cambiada en el tercio y verónicas con el capote verde que le caracteriza. La terna, fiel a la esencia del cartel, compartió el tercio de banderillas, aunque la lidia no resultó sencilla: el astado mostró querencias y complicaciones, especialmente en el par que trató de ejecutar Manuel Escribano. El extremeño, con la muleta, supo taparle la cara para comenzar la faena con la muleta, aunque pronto tuvo que irse a las tablas, que eran los terrenos que pedía el toro. Pese a las dificultades, Antonio Ferrera pudo dejar algunos muletazos de mucha personalidad y profundidad y una faena en la que se entregó por completo. Sin embargo, la dificultad mayor llegó a la hora de la suerte suprema: el toro, haciendo hilo en tablas, no permitió una ejecución certera, y tras varios intentos el extremeño se marchó de vacío, aunque dejando constancia de su personalidad y capacidad.
El Fandi puso de pie a los tendidos desde el recibo con el capote: rodillas en tierra para la verónica, seguidas de vistosas chicuelinas que levantaron. Los diestros volvieron a compartir el tercio de banderillas, dándole emoción y conexión con los tendidos. Con la muleta El Fandi llevó a cabo una faena en la que supo conectar pronto con el público, y aunque el toro se fue apagando, el torero exprimió al máximo sus embestidas, alternando series de buen trazo con gestos de entrega hacia los tendidos. Remató con una estocada recibiendo, fulminante de ejecución. La petición de orejas fue clamorosa, y aunque el palco se mantuvo firme concediendo sólo un trofeo. Al tercero de la tarde lo saludó Manuel Escribano con verónicas templadas y de buen trazo. En banderillas, los tres matadores volvieron a compartir protagonismo, ofreciendo un espectáculo vibrante en el que cada uno dejó el sello de su estilo. Con la muleta, Escribano comenzó con firmeza, citando de largo y pasándoselo muy cerca con muletazos por la espalda que encendieron al público. La faena tomó vuelo en las series con la derecha y al natural, templadas y ligadas, y supo acortar terrenos cuando el toro lo exigió, logrando redondear una labor de notable altura. Mató de una estocada y cortó las dos orejas.
En el cuarto de la tarde Antonio Ferrera pudo lucirse con el capote a la verónica. En el tercio de banderillas, ahora ya protagonizado por el propio matador, dejó claro su sello personal, sobre todo, en el tercer par en el que volvió a su peculiar estilo. Con la muleta fue construyendo poco a poco la faena, provocando las embestidas del animal, mientras que asombraba a muchos con su personalidad tan reconocible que llenó de matices cada muletazo. La labor, alargada y con sabor, llevó a que la banda interpretara hasta en dos ocasiones el pasodoble de rigor. En la suerte suprema, con la plaza en un silencio expectante, caminó desde tablas al centro del ruedo con pausada solemnidad; falló en un primer intento, pero acertó al segundo, cerrando así una actuación de marcado sello propio y llevándose los dos trofeos.
En el quinto, El Fandi, puso temple y firmeza en el recibo por verónicas y en banderillas, colocó cuatro pares de notable vistosidad y que gustaron al público. Con la muleta se encontró con un toro de corta embestida pero con mucha transmisión, al que el granadino supo entender desde el inicio. Derrochó entrega y voluntad en una faena vibrante, en la que torero y astado se entregaron de principio a fin. La plaza llegó a pedir el indulto, aunque el presidente no lo concedió al rajarse el animal en los compases finales. Tras una estocada efectiva, El Fandi paseó las dos orejas.
Cerró la tarde Manuel Escribano ante el sexto al que saludó con verónicas de buen trazo. En banderillas volvió a destacar, componiendo un tercio solvente en el que supo medir los terrenos para clavar con acierto. Con la muleta se topó con el toro más parado del encierro, falto de transmisión y con tendencia a derrotar los engaños. Pese a ello, Escribano no se rindió y puso todo de su parte, firmando una labor de gran esfuerzo y entrega que el público supo reconocer.
El festejo de toreros-banderilleros recuperó así protagonismo en la feria de la Virgen del Alcázar dejando una tarde variada y entretenida en la que, pese a la tarde de calor, el público acudió en masa para vivir una nueva tarde de toros.