Ni el cielo se atreve a romper la fe ciega en La Inmaculada en El Porrosillo

La amenaza de lluvia no priva a la patrona de procesionar por las calles de la devota aldea

14 sep 2025 / 19:02 H.
Ver comentarios

VÍDEO

El tono plomizo del cielo hizo que más de un vecino mirase las nubes que se cernían sobre ellos con miedo. Las aplicaciones de meteorología echaban humo refrescando los últimos pronósticos y los suspiros se sucedían pidiendo que, el tan necesario líquido elemento, aguantase un poco más en caer. Aunque solo fuera unas horas. Las brisas que emanaban del sediento Guadalén tampoco ayudaban a calmar los nervios, pues todo estaba preparado, todo por y para ella, todo un año esperando este momento. Finalmente llegó la hora, con el cielo aún amenazante y la oscuridad avanzando inexorablemente. Los portones de la Iglesia de la Purísima Concepción se abrieron de par en par y los sones brotaron para anunciar que la reina de El Porrosillo ya estaba en la calle. Vítores y aplausos, alegría y llanto, y la mirada al suelo para mostrar respeto ante la Madre de Dios.

La Banda de Música “Puerta del Condado” comenzó tronando el viento metal para más gloria de los fieles, que vieron como la Purísima enfilaba las rectilíneas calles de aquel rincón de Sierra Morena, tan marcado por su pasado colonial, tan guardiana de las tradiciones de otra época y tan devota como el pino que enraíza su tierra, buscando la cumbre más alta, la luz más clara de la mañana. Con el avanzar del paso, se fueron sucediendo los relevos de fieles que portaron a hombros a su patrona, siempre avanzando, disfrutando de cada pisada, como si el tiempo se detuviese y se hiciera infinito, aunque solo fuera por un segundo. En cada esquina, se vieron rostros que buscaban la mirada de su Señora, susurrando, como si al oído le confesaran la fe que le procesan y el agradecimiento eterno por escuchar sus plegarias cada oscura noche.

El Porrosillo, acostumbrado a la tranquilidad de la España cada vez más vacía, bulló de fe, de quebranto y de júbilo, pues el cielo aguantó lo necesario para poder rendir culto a su divina imagen, que tras recibir sus honores en la mañana, con una eucaristía acompañada del rezo cantado, de la voz quebrada por la fe de su coro, culminó en una sentida ofrenda floral. Tras la liturgia matutina, la comisión de festejos brindó una copa de vino a los fieles que acudieron a la santa misa, como muestra de hermandad entre vecinos, pues los habitantes de Arquillos, núcleo matriz, comparten devoción por la Purísima, a la que siempre se vuelve en momentos de debilidad. De nuevo en su templo, las lágrimas de emoción volvieron a brotar, derramándose por las mejillas sin consuelo, porque un año más, El Porrosillo pudo disfrutar del cielo en la tierra, de la Inmaculada Madre de Dios caminando por las travesías que salpican los prolegómenos de Sierra Morena, la misma que vela la fe, la que guarda en sus cercanías la más pura devoción de El Condado.



Provincia