Lugares singulares, únicos, maravillosos y fresquitos: A la sombra de los fresnos en La Aliseda

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Ahora es verde pinar con senderos para su disfrute, un río que nace en las entrañas de Despeñaperros y se clava como una fogata de vida en un paisaje de ensueño, por siempre testigo de la historia de toda España. Aquí mismo se fraguó la batalla del cristianismo, la de las Navas de Tolosa, aquí mismo existía un emporio de aguas medicinales con un balneario de postín, aquí mismo se ha creado ahora un área recreativa entre pinares por cientos y la senda de agua del río La Campana salpicada de fresnos centenarios. Agua y árboles pletóricos de historia y entrelazados en una danza mágica con bancos de pizarra que ahuecan el paisaje para darle protagonismo supremo al cielo azul, un cuadro natural de ensueño. Y de fresco, que con su agua, es efervescencia alrededor en tiempos del bochorno veraniego, en las épocas que más disfrutamos de nuestro entorno, natural y delicioso, monumentos que nunca fueron de piedra y se sazonaron con el devenir de los tiempos de una majestuosidad incomparable.

La Aliseda: Paraje de senderos que vienen y van, fresnos que siempre están ahí avisando de que es su territorio en un inmenso pinar lleno de dehesas a las que da color verde esperanza el río La Campana. Estamos en pleno parque natural, el de Despañaperros, conocido por cientos de miles de viajeros por las piedras grises y amarillas del desfiladero, las que pueblan las alturas de la entrada a las Castillas, tierra de bandoleros en su tiempo, cuevas y abrigos naturales en las que los íberos oraban a sus dioses y dieron como maná exvotos a sus pobladores actuales. Nada comparable al disfrute del campo con sus sinuosos caminos esculpidos por animales salvajes en busca de la cumbre, a la caza del agua en el valle. Todo lo mejor de un territorio está al lado mismo de una serpiente de alquitrán que es la entrada natural hacia Andalucía. Ese todo y nada merece una parada larga en La Aliseda.