Los trabajos en el Cerro del Alcázar de Baeza desvelan nuevos secretos ocultos
Los investigadores hallan la entrada a la ciudad y un enterramiento de hace más de 5.000 años

La música que suena, del último disco de Bad Bunny, parece contrastar con el lugar donde se escucha: un yacimiento arqueológico de más de 5.000 años. Proviene del altavoz que anima la faena de los jóvenes que se emplean a fondo en el Cerro del Alcázar de Baeza, donde las últimas excavaciones llevadas a cabo en este singular enclave han vuelto a arrojar resultados muy interesantes para despejar los enigmas que envuelven la historia de la ciudad monumental. Son unos trabajos dirigidos por Yolanda Arrebola y Miguel Ángel Sabastro, que no pueden ocultar su satisfacción al ver los frutos de una ardua tarea.
El proyecto, organizado por la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad de la Junta de Andalucía, culminó ayer y ha sacado a la luz secretos muy bien guardados, como la calle principal con la que se accedía al Alcázar de la ciudad, rodeada de restos de viviendas. Así, junto a la calle apareció una estructura circular de piedra que corresponde a una torreón de carácter defensivo. Además, como si se tratase de un gol en el tiempo de descuento, en el penúltimo día de excavaciones el equipo dio con un enterramiento prácticamente intacto y sin espoliar de un individuo perteneciente a la época argárica, entre el 3.200 y el 3.100 a. C.
El cuerpo fue enterrado en posición fetal, algo habitual en este período histórico, y los restos fueron encontrados junto con diferentes objetos, como un puñal de bronce y dos pulseras, además de varios cuencos que se pusieron a modo de ofrenda o ritual. “Esta sociedad es la misma que vivía en el yacimiento de Peñalosa, en Baños de la Encina. Se trata de un pueblo que sólo se localiza en varias provincias, como Jaén, Granada, Murcia y Almería”, explica Arrebola. Según informa el equipo encargado de los trabajos arqueológicos, se trataría de un hombre joven, algo que pueden determinar gracias al estado de conservación de su dentadura, en la que se puede apreciar que en el momento de la muerte estaba intentando salir una de las muelas del juicio.
Este intrigante hallazgo se suma a otro que data de 2023, cuando por entonces los investigadores se toparon con un enterramiento que daba sepultura a una familia entera: un hombre, una mujer y un bebé. En este caso, los arqueólogos pudieron confirmar que el varón murió de forma violenta, al encontrar la punta de una “alabarda” —lanza de la época— incrustada en sus costillas.
Los restos de la Prehistoria conviven con el pasado musulmán de Baeza, ya que los nazaríes respetaron las construcciones de algunas viviendas para levantar su muralla. “Lo característico de este yacimiento se conserva la fase medieval y bajo la fase medieval está conservada “in situ” la época de la Edad del Bronce, la sociedad argárica”, revela la codirectora.
Ahora, el equipo se dará unos merecidos días de descanso antes de volver, aunque lo harán sin los voluntarios, estudiantes de Historia, Arqueología y Restauración que vinieron a ayudar de manera desinteresada. Igualmente, los investigadores seguirán escarbando en la inmensa historia de la ciudad, con la esperanza de encontrar más vestigios de una civilización que habitó en los últimos 5.000 años en la tierra que hoy en día pisan.
Un equipo con sed por descubrir
Yolanda Arrebola Urdiales y Miguel Ángel Sabastro Román están a cargo de un proyecto que, nada más y nada menos, ofrece respuestas a eternas preguntas acerca del proceso de construcción de la Baeza que hoy conocemos. Yolanda Arrebola Urdiales y Miguel Ángel Sabastro Román dirigen al equipo de arqueólogos e historiadores que ha arrojado más luz sobre uno de los misterios que sobrevuelan la historia de Baeza: el Cerro del Alcázar.
“Es muy gratificante. A pesar del calor y del esfuerzo físico, cuando obtienes resultados tan relevantes a nivel arqueológico la satisfacción es enorme”, confiesa Arrebola.
Por su parte, Sabastro puso en valor el nivel de este hallazgo, al que calificó como espectacular. “Descubrimos una tumba en cista simple de época argárica con un individuo, el cual disponía de un riquísimo ajuar perfectamente conservado compuesto por elementos cerámicos de distintos tamaños”, apuntaló sin ocultar la alegría propia de quién ve recompensa en su trabajo.
Ambos han sido los encargados de dirigir también a los participantes del segundo Campo de Voluntariado del Ayuntamiento de Baeza, que realizaron ayer un acto de despedida en el que estuvo presente el alcalde baezano, Pedro Cabrera, que agradeció la labor desempeñada. La apuesta por proyectos de esta índole resultan fundamentales para conocer más sobre las raíces de un pueblo, aunque ambos investigadores son conscientes de que queda mucho por averiguar.
