La Matea, una aldea en la que todo es fervor y devoción
Durante tres horas y media, La Milagrosa fue y volvió a Las Nogueras

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Se le llama fervor y devoción cuando un pueblo por entero no tiene más pellizco en el alma que su imagen más venerada. En La Matea, además de todo ese sentimiento cristiano de fervor y devoción, hay un algo más. No se trata de una imagen de una sola iglesia, de un solo pueblo, La Milagrosa es venerada por todos los alrededores a los que riegan el Berral y el Muso. Son los días grandes de las fiestas de La Matea, pero ayer sábado también fue día grande en la aldea de Las Nogueras, lo mismo que hoy domingo lo será en Los Teatinos y Los Atascaderos, ya que esta imagen trasciende la propia lógica del sentimiento cristiano. No hay nada más grande en muchos kilómetros a la redonda en este lugar de Jaén tan mágico, como ensimismado con su historia y sus tradiciones. Todo reluce con La Milagrosa. Es necesario repetir que nada es equiparable a estos días en cualquier rincón de Segura. Daban igual las altas temperaturas y eso que la Virgen salió de la iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús a las ocho y media de la mañana, porque un río de gente la acompañó en su ir y venir, en ese encuentro que se proyectó desde estas altitudes palpando el mismo cielo. Virgen en la calle arropada por un gentío, función de iglesia, después y a partir de ahí las fiestas de La Matea se tornan esencia taurina de siempre. Hablamos de los primeros encierros de toda la sierra, entendiendo por encierro cómo llegan las reses bravas que luego son toreadas por el público en general, desde el campo hasta la aldea y arropadas por caballistas guiadas por cabestros.