Jornada devota de homenaje al Cristo del Consuelo en Cazorla
Miles de fieles acompañaron la procesión desde San Francisco durante toda la tarde
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La tarde del miércoles estuvo marcada por la devoción y la solemnidad en Cazorla, donde el Santísimo Cristo de Consuelo volvió a recorrer las calles en una procesión cargada de fervor y recogimiento. Puntualmente, a las 18:00 horas, las puertas de la Iglesia de San Francisco se abrieron para dar paso a la imagen pictórica del Señor, que salió entre el sonido de campanas y los primeros acordes de una marcha fúnebre interpretada por la banda de música que encabezaba el cortejo. El silencio expectante de los fieles se rompió en un aplauso unánime al ver al Cristo asomando a la plaza, inaugurando así una de las citas religiosas más esperadas del calendario local.
El itinerario, cuidadosamente preparado por la hermandad, llevó al Cristo del Consuelo por algunas de las calles más representativas del casco histórico. Balcones engalanados con colgaduras, velas en las ventanas y pétalos que caían desde lo alto acompañaban al transcurrir del cortejo. A su paso, los fieles entonaban oraciones, y muchas familias acudieron con niños pequeños, transmitiendo así la tradición a las nuevas generaciones. El ritmo solemne de los costaleros, acompasado con la música, otorgaba un aire majestuoso al avance pausado de la procesión. Uno de los momentos más emotivos de la tarde se vivió en la Plaza de Santa María, donde la imagen fue recibida con saetas improvisadas desde un balcón. El eco de las voces flamencas se entrelazó con el recogimiento de los presentes, creando un instante de intensa emoción.
A lo largo del recorrido, fueron muchas las cofradías y asociaciones religiosas de la ciudad que quisieron acompañar al Santísimo Cristo del Consuelo, testimoniando así la importancia de esta devoción en la vida espiritual de Jaén. Finalmente, pasadas las 22:00 horas, la imagen pictórica regresó a la Iglesia de San Francisco tras más de cuatro horas de recorrido. El encierro estuvo marcado por una multitudinaria presencia de fieles, que abarrotaban la plaza y las calles adyacentes. Tras el canto solemne del himno, la puerta del templo se cerró lentamente, poniendo fin a una procesión que dejó huella en los corazones de los asistentes.
