Estallidos de fe por San Blas

Jornada de alegría con la procesión y la tradicional gran traca en el puente

04 feb 2020 / 16:33 H.
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Estruendo en cada rincón. Si en algún punto de la provincia han escuchado algún ruido más extraño de lo común, que nadie piense que ha sido un terremoto, es que La Puerta de Segura celebra estos días sus fiestas más originales y llamativas, San Blas. Unas festividades íntimamente relacionadas con la pólvora, pues no queda ni una sola esquina de este bello municipio sin algún resto de petardos.

De entre todos los días en los que se clama al cielo, la jornada en la que se procesiona el Santo, es la más importante y ruidosa. La actividad comienza sobre las once, con la celebración de la tradicional eucaristía mientras algunos cohetes sueltos llegan al cielo y caldean el ambiente. Tras la misa, decenas de vecinos hacen cola en el templo mientras que un grupo de voluntarias se prepara para repartir los tradicionales roscos de San Blas, junto a una medalla y a la espera de algún donativo. Este producto, que siempre acompaña a la imagen, es una delicia que sirve de alimento antes de encaminarse por las empinadas cuestas del municipio para acompañar a San Blas en procesión, además, tiene la facultad de librar de los males de la garganta durante el año siguiente a todos aquellos que las ingieran. Con las calles abarrotadas, los anderos se abrieron paso firme en busca de algunos de los puntos más altos del pueblo.

Es aquí donde comienza uno de los espectáculos que hace estas fiestas únicas, pues lo más común es que en cada calle esperen un grupo de amigos con sus petardos bien dispuestos para hacerlos estallar en cuanto la imagen haga su aparición. De esta forma se viven instantes de tensión y un ruido ensordecedor que termina en alegría y vivas a San Blas, muy querido entre los vecinos. Así, continua cada año el paso por muchas de las vías mientras los más avispados se quedaron en el puente para no perderse lo que estaba a punto de acontecer.

Al final de la procesión, San Blas hace parada en dicho lugar y es en ese momento cuando comienza el verdadero espectáculo, una traca que se alarga durante varios minutos y que deja una nube de polvo que envuelve a todos los presentes. Según cuenta la tradición, la imagen fue encontrada un 10 de febrero de 1565 por los “gañanes” Juan José Sánchez, natural de Beas, y por Antonio Ramírez, natural de La Puerta. El primero la reclamaba para su pueblo por haber sido él quien antes la tocó, mientras el segundo mantenía que era para el suyo por haberse encontrado en su término. Esto dio lugar a no pocos rituales y disputas, aunque finalmente quedó instalado en La Puerta de Segura, y desde entonces se mantiene la tradición de la pólvora. Tras explotar el último de los cohetes, los numerosos fieles estallan en gritos de alegría y corean a su Santo mientras los anderos lo bailan antes de devolverlo al templo. Termina así una mañana frenética de tradición y jolgorio, aunque no así la fiesta, pues hasta que se de por clausurada la festividad de San Blas, lo cohetes explotaran por todo el pueblo, especialmente en una de las calles preparadas para ello, denominada por todos como la “jaula”. Eso sí, no es una fiesta apta para asustadizos.

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