Escañuela vive una devoción que cruza fronteras y provoca reencuentros

La espera llegó a su fin en el municipio de Escañuela. Como cada primero de agosto, los vecinos del municipio jiennense se congregaron para recibir a su patrón en su día grande: San Pedro Ad Víncula, que volvió a procesionar por unas calles llenas de alegría, color e ilusión.

A las 22:00 horas, el repique de campanas dio comienzo a una acto que emocionó a todos los allí presentes. Estas fiestas no son unos días cualquiera. La época estival permite que los reencuentros estén a la orden del día y que finalice no solo la ausencia del patrón, sino de todos aquellos que tuvieron que emigrar y que con nostalgia recuerdan días como el que ayer se dio en Escañuela. San Pedro Ad Víncula salió de la hermosa Iglesia con la que comparte nombre para adentrarse por un laberinto de calles atestadas de gentes de todas las edades, que compartieron en perfecta comunión un día tan especial.

Las cientos de corazones que anoche conquistaron las calles del municipio palpitaban al mismo son, y las notas que brotaban de la orquesta musical marcaban el tempo al que la imagen avanzaba por las calles. Con sus mejores galas, el trono continuó su mágico periplo por Escañuela, generando una fotografía de ensueño en una noche de verano eterna y, por momentos, infinita.

Las altas temperaturas del día mantuvieron candente el ánimo de los allí presentes. Unos fieles que acompañaron al ritmo de la música a San Pedro Ad Víncula durante tres largas horas de procesión que parecieran apenas unos minutos. Con el fin del paso la alegría no se descompuso, pues tal y como estaba anunciado, la fiesta siguió motivada por el gozo de compartir un día especial para todos los presentes.

Ayer en Escañuela no había diferencias de ningún tipo, todos los presentes convergieron un uno alrededor de la imagen de su patrón, una imagen perenne que consiguió reunir a todos aquellos corazones nacidos en este bello municipio de La Campiña y sobre el que ayer reinaba la dicha de saberse hermanos y de poder gritar todos al unísono: !Viva San Pedro!