El primer aove temprano de la nueva campaña
En almazaras como Hacienda El Palo, de Villargordo, ya se afanan en la elaboración del aceite verde más intenso en color, aroma y sabor




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La llegada del otoño y el invierno a la provincia jiennense lleva asociados un sabor y un aroma que son intrínsecos y esencia de nuestra tierra: el aceite de oliva virgen extra. El producto por antonomasia de Jaén, que es la principal bandera de una población que ve en la campaña oleícola una oportunidad para su economía propia para solventar los avatares de un día a día cada vez más complicado, especialmente por culpa de la inflación.
Pero hay quienes han decidido ya activar la maquinaria para tomar el pulso a una campaña oleícola que, a pesar de que las 475.000 toneladas de aceite de oliva previstas para este año sea menor que la de la campaña anterior, se espera con optimismo puesto que supondrá un 19,8% superior a la media de los últimos cinco periodos oleícolas. Este es el caso de Hacienda El Palo, en Villargordo, que tras finalizar su campaña de la almendra ya está, desde el pasado día 1, a pleno rendimiento con la campaña del aceite de oliva. Una campaña 2025-2026 que se espera muy positiva, en cuanto a la previsión y rendimiento, ya que según las previsiones anunciadas re recientemente por el consejero de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, Ramón Fernández-Pacheco, será del 21%. Hacienda El Palo es una empresa que lleva produciendo aceite de oliva virgen extra desde 1941, siendo la calidad y la limpieza varios de sus pilares en su día a día. La campaña oleícola, que se prolonga hasta febrero, se encuentra actualmente en su fase inicial, en la que se produce actualmente ese aceite temprano tan característico no solamente por ese aceite verde tan intensa que se recoge en este periodo del año, sino también por ese color tan llamativo, que ofrece esa distinción de calidad, pero también por su sabor. Este zumo, único en el mundo, tiene un largo proceso de fabricación hasta que se consigue ese “oro líquido” tan característico que lleva la delicia a todos los sentidos.
En la factoría olivarera de Villargordo ya se encuentran a pleno rendimiento y, por tanto, en toda su infraestructura ya se puede notar ese fuerte aroma y ese intenso verde característico de ese primer aceite que se genera en esta campaña oleícola. El año pasado en Hacienda El Palo se produjeron un total de 500.000 litros de aceite de aove temprano después de que se recogieran hasta cuatro millones de kilogramos de este tipo de aceituna. Esta cantidad fue una parte importante del volumen de la cosecha final, en la que la fábrica de aceite villargordeña produjo un total de 9,5 millones de litros de aceite de oliva virgen extra después de que los numerosos recolectores le llevaran hasta 51 millones de kilos de aceituna.
Actualmente, en estos primeros compases de campaña, se pueden ver en Hacienda El Palo a unos diez o doce trabajadores, pero ya a partir de noviembre, cuando el periodo oleícola inicia ya su periodo de mayor apogeo, puede hasta una cuarentena personas trabajando en turnos de ocho horas.
Hasta Villargordo acuden cosecheros de numerosos puntos de la provincia, pero también de lugares más allá de los límites del territorio jiennense como pueden ser Córdoba, Sevilla, Granada o incluso Huelva y Cádiz.
Dentro de las instalaciones ya se puede ver un reguero constante de camiones hasta arriba con ese color verde del aceite temprano. En el punto de descarga se realiza ese primer pulimento de la aceituna antes de que, a través de una cinta elevadora, llegue hasta la limpiadora que separa lo que es el fruto del olivo de las ramas y hojas, que van por otra cinta.
Las aceitunas, en esta parte del proceso, se dirigen hacia el peso, cuya descarga genera una de las imágenes de mayor encanto del proceso de elaboración del aceite, puesto que caen como si se tratara de una cascada. Tras el paso por el peso y las tolvas de almacenamiento, la aceituna cae al molino, donde se inicia el proceso de molturación. Tras su paso por los sinfines, llega a la batería donde la aceituna se transforma en esa característica masa marrón que llega, posteriormente, a los decanter, donde se separa el “oro líquido” y el agua y del aceite de menor calidad, que sería para el lampante o de orujo. Y ese líquido verde, que si se prueba ese picor algo fuerte, llegaría a una centrífuga, el penúltimo paso antes de que ya salga por la tubería ese aove temprano, de calidad exquisita, y que hace de Jaén referente mundial.