El olivar de secano, nueva víctima del estrés térmico

Las temperaturas extremas pueden provocar un estrés térmico que se suele traducir en una mala cosecha

12 ago 2025 / 18:31 H.
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Andalucía alerta de que las intensas olas de calor que vienen sucediendo este verano amenazan seriamente la campaña del olivar andaluz, ya mermada anteriormente por factores biológicos como la vecería y la presión de plagas durante la floración. Concretamente, el responsable del olivar de COAG Andalucía, Francisco Elvira, explicó recientemente que la vecería y la incidencia de plagas de prays y algodoncillo ya “provocaron una caída notable en la floración y un cuajado irregular”, lo que afectó a la cantidad de frutos, pero no a la calidad. Esto provocó una reducción de la cosecha prevista del 30 o 40% o incluso más, informa Pablo Porcuna.

Según la Aemet, el mes de junio de 2025 fue el mes más cálido registrado en España, mientras que confirma otro dato importante: se contabilizan ya 90 olas de calor desde el año 2000, con una clara tendencia al alza en frecuencia y duración, haciendo más intensos y prolongados estos episodios en el verano de 2025, como la ola de calor que azota esta semana a la región, con temperaturas extremas de 43 grados en Córdoba, 42 en Sevilla o 41 en Jaén. Y es que, las temperaturas extremas sostenidas, por encima de los 38 ° durante varios días consecutivos, suponen un estrés térmico severo para el olivar, que especialmente lo acusan las explotaciones de secano, que no cuentan con riego de apoyo.

Este estrés reduce la actividad fotosintética, que afecta al cuajado del fruto y provoca una caída prematura de las aceitunas que ya habían comenzado a desarrollarse. Además, el árbol entra en una fase de defensa fisiológica en la que prioriza su supervivencia antes que la producción, limitando así el crecimiento vegetativo. En los secanos, el impacto es doble: a la falta de agua se suma el calor extremo, lo que impide al árbol regular su temperatura mediante transpiración. La consecuencia es un menor número de frutos por árbol, con calibre reducido, baja carga productiva e incluso daños visibles en zonas como hoja y brotes.

Según el COAG, en muchas explotaciones se están viendo hojas abarquilladas y frutos arrugados. En este sentido, Francisco Elvira afirma que “el olivar se enfrenta a su particular cuesta de agosto por la falta de lluvias y las altas temperaturas. Si no ‘otoñea’ en septiembre, la cosecha será aún más baja de lo que se prevee”. En definitiva, la campaña ya se presenta más reducida de lo previsto, con la esperanza de que en el próximo mes de septiembre llueva y se moderen las temperaturas, si no, además de tener menos aceitunas, el rendimiento graso también podría verse comprometido ya que, en años de calor extremo, incluso los frutos que llegan a madurar, contienen menos porcentaje de aceite. Esta situación reduce el volumen total de producción de aceite de oliva, afectando de lleno a la rentabilidad del agricultor.

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