El aura enigmática de las Caras de Bélmez sigue 54 años después
La nieta de María Gómez y Juan Pereira asegura que hay evolución en las figuras del suelo de la vivienda

En el número 5 de la calle María Gómez Cámara, blanqueada de cal y con su arquitectura intacta, sigue vivo el aura enigmático de las Caras de Bélmez de la Moraleda 54 años después. Un día como hoy, en 1971, apareció la primera figura en una cocina de leña, lucida con cemento, que despertó la curiosidad internacional y llenó este municipio de Sierra Mágina de turistas, investigadores y periodistas y situó en el mapa a una provincia rica en aceite de oliva y en joyas monumentales y paisajísticas. Todo continúa igual en la humilde casa de sus ya fallecidos propietarios. Es como si el tiempo se hubiese detenido por fuera y, por supuesto, por dentro.
Abre las puertas de tan peculiar vivienda la nieta de María Gómez y Juan Pereira. María Pereira García lo hace de buen gusto, sin cobrar dinero y con la única intención de mantener viva la llama del misterio. “Es el único fenómeno investigado de todo el mundo sin resolver”, expone. En el rellano de la entrada se empiezan a ver las primeras caras, como la conocida como “la novia”, según la mujer, “algo cambiada”. Dice: “Es como si el tiempo también hubiera pasado por ella”. En otra, una figura de un hombre que antes aparecía con pelo, ahora no lo tiene, aunque los rasgos del rostro son los mismos.
La primera habitación que hay a la izquierda, la más fotografiada a lo largo de la historia de este inmueble, es un pequeño museo en el que no sólo están colgadas en sus paredes las caras más emblemáticas, aquellas que dieron la vuelta al mundo en 1971, sino también las que se conservan en el suelo, algunas con evidentes modificaciones. Cuesta ver algunas, pero para eso está María Pereira, quien, dibujando con su mano, es fácil imaginar lo que allí se puede ver. “Yo lo único que digo es que esto sigue aquí, no hay más que verlo”, insiste la nieta de María Gómez.
Recuerda aquellos años, en la recta final de la etapa franquista, en la que el municipio se llenó de curiosos y de reconocidos expertos en fenómenos paranormales para estudiar esas siluetas de las que, cincuenta años después, nadie acierta a entender el origen. “Fue una cosa muy llamativa y la gente se tiró a la calle, porque era una novedad”, rememora una de las nietas. Relata que la primera cara la picaron, echaron el cemento y salió otra en el suelo. “Empezaron a venir investigadores a hacer pruebas y las psicofonías animaban a los estudiosos a que siguieran picando, por lo que llegaron hasta 2,80 metros de profundidad, y salieron restos humanos, pero no cráneos. Sin embargo, cuando taparon aquello, luego empezaron a salir más caras. Un investigador alemán se llevó la más grande a un laboratorio y no encontró respuesta. Es como que nace gente nueva en el suelo y otras evolucionaban”.
En la puerta hay varios números de teléfono para que, quien quiera, pueda llamar para solicitar una visita a la casa de María Gómez, heredada de los antepasados de su marido. “La tenemos los nietos por semanas y abrimos a la gente que quiera venir. Atendemos a todo el mundo, para que vean que las caras siguen aquí, porque hemos escuchado muchas teorías a lo largo de la historia, pero no tenemos una respuesta y tampoco descartamos nada”, indica. Insiste en que no cobran un solo euro y, aunque aceptan la voluntad, nunca pedirán algo a cambio. “Aquí no hay fraude”, señala.
El enigma sigue tan vivo como esas siluetas convertidas en un atractivo turístico para Bélmez de la Moraleda, un pueblo tranquilo que, incluso, cuenta con un museo en el que se expone toda la historia de esta emblemática casa desde aquel 23 de agosto de 1971 hasta la actualidad. Quedan muchos capítulos por escribir hasta encontrar la verdad.
Aventino Jesús Cabrera: “Estoy convencido de que el origen es un proceso bacteriano”
Se llama Aventino Jesús Cabrera Rodríguez, es de Las Palmas de Gran Canaria y lleva años con una hipótesis que quiere sacar a la luz: El posible “Enigma Bacteriano” de las Caras de Bélmez de la Moraleda. Su investigación, después de tiempo y esfuerzo de trabajo, propone que el origen de estas imágenes radica en un proceso biológico, específicamente en la acción coordinada de bacterias pigmentadas. “Esta teoría, que en un principio puede parecer descabellada, se fundamenta en la notable capacidad que poseen ciertos microorganismos para producir pigmentos y comunicar sus acciones de manera colectiva”, asegura.
Hay que tener en cuenta que, en numerosos entornos, las bacterias que producen pigmentos son responsables de manchas y de cambios en la coloración de superficies. Estos microorganismos se caracterizan por generar compuestos orgánicos que, al depositarse sobre materiales como el cemento, pueden conferir variaciones de tonalidad y formas sugerentes. “La naturaleza del cemento, por ser un material poroso y susceptible a reacciones químicas con compuestos orgánicos, lo convierte en un escenario idóneo para la acción de estos microorganismos. lo que a simple vista parece un fenómeno misterioso, podría ser explicado por la interacción de condiciones ambientales, reacciones químicas y la presencia de bacterias pigmentadas”, asegura este investigador en Parapsicología.
Aventino Jesús Cabrera confirma que uno de los aspectos más fascinantes de estas bacterias es su capacidad para comunicarse entre sí mediante un proceso conocido como “quorum sensing”. Se trata de un mecanismo que permite que las bacterias liberen y detecten señales químicas, coordinando acciones como el crecimiento, la producción de pigmentos y la formación de estructuras multicelulares conocidas como biopelículas. Las biopelículas son comunidades bacterianas que se adhieren a superficies en las que las células cooperan de forma ordenada, casi como si dirigieran un sencillo “código de conducta”. Añade: “Esta coordinación explica por qué, en algunas ocasiones, las imágenes en las Caras de Bélmez aparentan moverse o modificarse de forma coherente sin desdibujarse. La idea es que, al mudar o extenderse en una biopelícula, las bacterias mantienen la forma original del patrón pigmentado gracias a la sincronización de sus procesos de crecimiento y muerte celular. Esta hipótesis abre la posibilidad de que lo que se perciba como una imagen sea en realidad el resultado dinámico de múltiples generaciones de bacterias actuando en conjunto”.
La evolución en el tiempo de las figuras, algunas de las cuales parecen aclararse o reconfigurarse, podría ser producto de distintos episodios de colonización bacteriana. Falta realizar rigurosos estudios de laboratorio para confirmarlo, pero todo parece indicar que el enigma de las Caras de Bélmez podría ser, en realidad, un fascinante ejemplo de la vida microbiana en acción.