David Uclés: “Quesada y Jándula son lados de un mismo espejo donde quiero verme de viejo”
El afamado escritor ofrece un pregón lleno de referencias a sus raíces

Un pregón nunca es una tarea fácil. Este acto, que a veces parece lo más nimio de una fiestas, encierra la mayor de las responsabilidades para aquellos que tienen que declamar sobre su tierra. Un pregón es una declaración de amor, una oda a lo cotidiano y un renacer de quien se siente voz de cientos de generaciones, porque un pregón es eso, enumerar el pasado, rebuscar entre las raíces y entre uno mismo para ponerle palabras a la historia.
Aunque esta no fue una misión difícil para el escritor del momento en España y gran parte de Europa, y viñetista de Diario JAÉN, David Uclés. Un corazón dividido entre su Úbeda natal y Quesada, su Jándula y su raigambre. Pueblo donde anoche apareció para renovar sus votos y su convicción de que ese es el lugar de su vida. Una idiosincrasia que celebró por activa y por pasiva desde el primer momento que salió al balcón del Ayuntamiento, en un pregón lleno de vivencias, cariño y alma.
Cuando el cielo ofrecía ya sus tonos tibios de los atardeceres de agosto, el manantial narrativo de Uclés se cernió sobre todos los quesadeños que atestaron la Plaza de la Constitución, creando una atmósfera llena de emotividad donde los recuerdos salieron a borbotones. Un recorrido desde cómo las costumbres tan singulares de este municipio vertebraron el carácter de un muchacho, que en la migración hacia nuevas aventuras, sintió verdaderamente como la tierra lo llamaba, lo reclamaba; momento donde puso voz a Jándula en “La península de las casas vacías”, un retrato de como lo etéreo a veces es más real que lo perceptible.
Embelesados escuchaban los quesadeños a un nuevo ejemplo del talento que esconden en sus calles, quien señalaba que su sueño era pasar el fin de sus días en esa tierra que no lo vio nacer, pero si crecer y abanderar.
David Uclés es el último pregonero de la Feria y Fiestas de Quesada, un ilustre escritor que volvió a su casa para devolver un pellizco del cariño que le han profesado a lo largo de su vida por todos aquellos que le han precedido, generación tras generación.