01 feb 2022 / 00:01 H.

¿Quién tima a Jaén?

Siete fueron los días necesarios, dice la Biblia, para materializar la creación; por lo tanto, 7 son los días de la semana, el séptimo para descansar. Siete eran los cuerpos celestes conocidos en la antigüedad y 7 son las maravillas del mundo. Siete fueron los samuráis de Kurosawa y otros 7 los magníficos de Sturges, trasunto de la película japonesa con arquetipos de perdedores, incluso sus vidas, a cambio de ganar nobles causas sociales, sobre todo la de los oprimidos. No hay empresa sin sacrificio ni un valor sin su contrario. Asociado tradicionalmente al misticismo, a lo divino y a la perfección, también 7 son los pecados capitales, las malas pasiones del alma que nos pierden: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza, según la tradición eclesiástica católica. Y para cuidar de la creación y sus criaturas están los pastores. Jaén no iba a ser una excepción. Es pecadora y oscuro objeto del pecado, de todos ellos.

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Pastoreada desde las instituciones mundanas, incluida la Diócesis, y presa de sus defectos terrenales, al liderazgo de quienes dirigen el rebaño jiennense no le basta, precisamente, 7 días para culminar sus obras. Más bien 70 veces 7. Casi todos formaron parte de aquella Mesa por el Desarrollo de Jaén, en 1992, que no fue a ninguna parte salvo al callejón sin salida de la decepción resignada. Con ella se puede construir una parábola de todo cuanto aconteció después. Mucho propósito y ninguna enmienda.

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Manifestaciones históricas, bien de olivareros, bien de la sociedad en su conjunto, para exigir el respeto debido a una tierra, en la que se eternizan los proyectos y las promesas o no se cumplen o no se ejecutan en tiempo y forma, quedan a capítulo de inventario. Agua de borrajas. A esta provincia le siguen tomando el pelo los poderes públicos. Hagamos una primera pregunta y respondamos: ¿Quién tima a Jaén con el truco de la estampita? A bote pronto, aquellos que prometen y no cumplen, tras llevarse un buen botín de votos. La hemeroteca es demoledora y debería causar sonrojo. Los proyectos de calado se demoran, al menos, una década, estén ejecutados, en marcha o no iniciados. Repasemos: la remodelación para darle “velocidad alta” a la línea férrea Madrid-Jaén, el tranvía, la ciudad sanitaria, la de la Justicia o el Museo Ibero, que son los más mediáticos.

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Pongamos, esta vez, el retrovisor. Siempre últimos o penúltimos. ¿Alguien recuerda qué provincia llegó a los fastos de la Expo 92 sin conexión por autovía? ¿Usted sabe qué provincias andaluzas fueron las últimas en tener universidad? ¿Tienen claro qué provincias andaluzas carecen de alta velocidad ferroviaria (AVE) o conexión efectiva con ella). ¿Recuerdan qué provincia andaluza, hasta hace unos meses, no tenía un palacio de deportes acorde con estos tiempos? Antes del Olivo Arena disponíamos de un polideportivo que hacía, con merecimiento, su función; no es otro que la vieja y querida Salobreja.

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A Jaén la timan y, lo que es peor, se deja timar secularmente en el bucle interminable, mediatizado por el omnipresente cálculo político, de un debate estéril a base de excusas, acusaciones, viejos debates, informes, convenios, contraconvenios y diagnósticos calcados a los del siglo pasado. Ocurre con las infraestructuras, el olivar y el aceite, la cultura, el patrimonio o el turismo. El relato público impostado carece de pudor, entre verdades a medias, mentiras y silencios.

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El PSOE y el PP se desangran apuñalándose en cada esquina. Y Jaén sigue siendo generosa con ellos, muy generosa. Más todavía con la extrema derecha, a la que colocó en el Ayuntamiento de la capital a cambio de nada, porque no se le conoce ni un proyecto mínimamente enjaretado. Sólo proclamas ideólogicas que apelan a las tripas. Y es muy paciente con la izquierda a la zurda del PSOE, IU y Podemos, lo que es un enigma. No acaban de tocar la tecla que la convierta, en esta provincia, no ya en bisagra sino en palanca. Ciudadanos es moneda de cambio, o intercambio, ejemplo de aquella frase atribuida a Groucho Marx: “Éstos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. La frase original, publicada por un diario de Nueva Zelanda a finales del siglo XIX, decía: “Éstos son mis principios, pero si no les gustan, yo los cambio”. Algo de eso tenemos todos.

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En este sufrido oficio del periodismo, estamos dando palos al agua y, claro, nos ponemos chorreando; equivocamos el tiro más de lo que sería deseable y en demasiadas ocasiones nos cuesta horrores poner los puntos sobre las íes, como a la política. Por pudor y arrestos profesionales deberíamos hacerlo como quien tiene la costumbre de comer todos los días. Por eso este formato XtraJaén.



 1.- La soberbia partidista

Del uso arbitrario del poder, que no discrecional, en la adjudicación de la base logística del Plan Colce. 


2.- Un tranvía llamado avaricia

Del cálculo político como premisa que prolonga la ejecución de un proyecto antes vilipendiado y ahora estratégico.


3.- El museo de las lujurias

Del comportamiento compulsivo que enroca a la Junta en la supuesta negociación de fondos de un Ministerio mudo.


4. La ira del olivar

De los precios, aranceles, PAC y competencia de terceros países mientras se envasa apenas un 20% del aceite de oliva. 


5. La gula del sur

De las desventuras de los serranos sin teléfono ni internet cuando las operadoras, eléctricas incluidas, ganan miles de millones.


6.- Una de plataformas

De la tendencia narcisista de un activismo social que acaba como un juguete roto en pedazos o fragmentado.


7.- ¡No nos mires, únete! 

Del grito perdido en aquellos gloriosos Primero de Mayo por la atonía, cuando no la pereza social.