Una crueldad que nos atormenta
Un gemelo muere a manos de su padrastro en Linares, el otro está en el hospital con el cuerpo lleno de moratones > Linares vive atormentada por la crueldad del ser humano > Todo el peso de la ley sobre quien es capaz de cometer semejante y horripilante crimen
Ha muerto a manos de su padrastro un gemelo de dos años. Linares vive en un tormento, horrorizada porque se pueda llegar a vivir así, con un monstruo en tu casa que llena de moratones a tus dos hijos porque sí. Todo lo presuntamente que nos diga la ley con la que debemos hablar y escribir, pero se amontonan los escupitajos de ira sobre el autor material de la muerte cuando escuchamos a la familia de la madre decir que tenía miedo, mucho miedo y que ellos sospechaban y nos crujen las entrañas y se nos nubla la vista cuando leemos que la criatura que está viva no tiene lugar en el cuerpo sin moratones. Lo de este padrastro inmundo es de una crueldad que nos atormenta, que nos hace mirar a la Justicia con el convencimiento de que no dejará tirados los principios elementales de la conciencia; quien la hace, la paga.
Actúen las fuerzas de orden público con su saber y profesionalidad para instruir el atestado, sin dejar resquicio alguno abierto por el que en un futuro el autor de los hechos se pueda escapar criminalmente. Tenga un juicio justo, con todas las garantías de la ley y su defensa plantee cuantas argucias considere para que el Jurado y el Tribunal las escuche. Está claro, no lo condenemos quienes no podemos condenarlo en un Estado democrático y de Derecho, pero más claro aún, quien hace algo así debe pagarlo con todo el peso de la ley, todo y más, porque ha matado (presuntamente) a una criatura de dos años, tiene (presuntamente) martirizado a golpes en un hospital a su hermano gemelo. No nos hacemos a la idea seguramente, aunque lo podemos intuir y sentir a su lado, lo que estará sufriendo la madre, la angustia de su familia por no saber cortarlo a tiempo, el desconsuelo del padre de los niños y el tormento, también hay que relatarlo, de los padres de la persona que cortado la vida de una criatura con esa crueldad que debería ser impropia de los seres humanos. Linares, Jaén por entero, no dejan de atormentarse por estos hechos, esperemos no tener que contarlos nunca más, mucho menos con niños.
A su aire y con una descomunal libertad marcada a fuego en el alma, Antonio Jaén, “El Sillas”, acaba de recibir el último abrazo de sus amigos. Se marchó de entre los vivos en Tarifa, su casa, y quienes lo trataron y lo disfrutaron en Jaén, su cuna, hicieron del antiguo Iroquai el templo de la brasa incandescente de su apuesta por la cultura y la subversión, la música y el encuentro, porque según su ejemplo de vida, vivir es algo más que trabajar y dormir. “Sillas”, un beso grande, guárdame la Bultaco Sherpa.
Todos los medios nacionales se han hecho eco de la denuncia de Antonio Luque, presidente de Dcoop, la primera potencia del aceite de oliva. Nativa de Málaga, donde emergió con Hojiblanca, una veintena de cooperativas de Jaén forman parte ahora de esa megaestructura que denuncia “fraudes en el aceite de oliva”. No entra en detalles, pero pone a todo el sector bajo sospecha, no sabemos si el de Túnez también... Curioso, además de disparar, el señor Luque pronostica el aceite por debajo de 5 euros, curioso.
Ayn Rand, filósofa rusa: “La pregunta no es quién me lo va a permitir, sino quién va a detenerme.”
> ¡Libertad con igualdad siempre!
Rosario Sabariego, escritora: “Creo en el poder de la literatura para ayudar a las mujeres en un día a día tan complicado, sobre todo en el mundo rural de la provincia de Jaén”.
> ¡Estudiantes en inmejorables manos!
Esperanza Pérez, magistrada: “Disponemos de buenas leyes, las aplicamos con independencia del sexo y esta lacra social desaparecerá gracias a la formación”.
> ¡Justicia en las mejores manos!
> En su partido lo conocen porque no acepta consejos pese a su juventud, además siempre está enfadado y bloquea a periodistas.
> No deja de criticar al alcalde, que no es de su cuerda, pese a que lo ha rescatado del pueblo en el que estaba contratado.