Esa oda al cemento, qué ignominia

Crónica de fin de mes con el “señor Jota” alterado por un puente de 7 millones de euros para “quitar” una curva >> Preservemos lo rural, lo auténtico, la Naturaleza verde

01 sep 2025 / 08:00 H.

No hay verano con tranquilidad extrema, no puede haberlo que para eso somos humanos y la azotea se no va con tantos bochornos. Están hechos los veranos para el reencuentro y las verbenas, esas noches que se juntan con los días y el estómago rememorando los churros con chocolate de madrugada. Quien inventara las verbenas se merece un monumento, quienes no quieren pasodobles en las verbenas y sí reguetón, que se hagan casa en el Caribe... Pero hoy vamos a denunciar otras cosa, una oda al cemento, una barbarie ignominiosa de alto calado. Al “señor Jota”, en su ir y venir de ejercicio verbenero supremo, se le ha indigestado algo que no tiene que ver con las ferias y las fiestas de los pueblos y aldeas que pululan a lo largo y ancho de nuestra geografía en este agosto que hoy se nos marcha irremisiblemente. Habla del río Trujala.

En Orcera, curso final de un río que mana en la aldea de los Arroyos, paraje idílico de Navalperal, hay un puente y una curva no buenos compañeros del automovilista despistado y con prisas. Debajo está el río Trujala y las autoridades han decidido cargarse semejante entorno, paisaje de ribera en una tierra roja segureña llena de árboles y arbustos, hasta han arramblado con una colina y un centenar de olivos. Hay quien a esta afrenta a la Naturaleza lo llama ecocidio, por ejemplo, el diplomático español enamorado y afincado en Segura, Jaime-Axel Ruiz Baudriha: “El paisaje es monetizado en función de que sea ‘producto turístico’. Si no, nada, porque la gente del campo no cuenta electoralmente. El campo tiene un mero interés mercantil”. Y es que para salvar un tramo peligroso de la A-327 han cortado por lo sano y con un presupuesto de 7 millones de euros construyen una oda al cemento, una afrenta pública sin vuelta atrás. El “señor Jota”, enamorado de lo rural y de lo que los urbanitas tontos que de chicos criaron gallinas llaman “cateto”, entiende la modernidad y los arreglos necesarios para mejorar la circulación vial, pero cree, firmemente, que al igual que en Madrid no se puede entrar ya con coche viejo por la contaminación, en la España rural habría que establecer lugares de conservación permanente y no eliminarlos en pos del progreso asfáltico. Claramente que lo del río Trujala, por donde Valdemarín, es un atentado a la Naturaleza, un ejemplo claro de cómo la política no mira al territorio. Es como si en las recuperadas fiestas de La Alberquilla, tan cerquita de allí, el programa contemplara un certamen de bachata en vez de seguidillas. Hay un proverbio indígena que dice así: “Sólo cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado y el último pez atrapado, nos daremos cuenta de que no se puede comer dinero”. Pues ea, no más cemento al Trujala, con el que ya tiene, es bastante, clama el “señor Jota”.

$!<i>Para quitar una curva, 7 millones en cemento...</i>
Para quitar una curva, 7 millones en cemento...
Cuestión primera

Conservar el medio ambiente es obligación ineludible de la clase política

Cuestión segunda

¿De verdad que no había otra forma de restar peligro a la curva?

Adivina...Adivinanza

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