Una lección para no olvidar

    01 may 2025 / 09:30 H.
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    El apagón nacional que sembró de incertidumbre Europa entera llegará a convertirse en una lección más de la fragilidad del ser humano, de la vulnerabilidad y de la sobredimensionada relevancia que damos, hoy en día, a lo que verdaderamente menos importa. Fueron horas de verdadero caos, tanto externo como interno, porque los ciudadanos se echaron a la calle para intentar poner orden en un escenario de desorden y de dudas y, a la vez, sufrieron las consecuencias que conlleva un episodio falto de información. Pronto olvidaremos lo ocurrido, que nos llevó a épocas pasadas, en las que, cuando saltaban los plomos, las familias enteras se quedaban a oscuras por un periodo de tiempo indefinido hasta que, de pronto, volvía la luz. Suele ocurrir que, después de superar una catástrofe, la mente tiende a apartar los malos recuerdos. Sin embargo, es importante tener muy presentes las consecuencias que conlleva la excesiva dependencia de dispositivos electrónicos y, sobre todo, la ausencia de autonomía energética. En cuestión de minutos nos puede cambiar la vida por completo y, nada más comprobar la interrupción del suministro eléctrico más allá de nuestras fronteras, cada minuto que pasaba era como asomarse a un precipicio cada vez más grande. El Gobierno tendrá que dar explicaciones convincentes lo más pronto posible para depurar responsabilidades y que los afectados puedan pedir daños y perjuicios. Las pérdidas económicas son, en la actualidad, incalcubles, lo mismo que el daño psicológico y social de un apagón de estas características, el mayor que se conoce en la historia. Jaén fue, además, una de las últimas provincias en recuperar el suministro, lo que engorda el enfado ciudadano.

    Editorial