Un golpe a la credibilidad
Tardó Pedro Sánchez en comparecer ante la opinión pública para hablar del informe que la Guardia Civil entregó al Tribunal Supremo después de semanas con la polémica política servida en bandeja en un país que no merece lo que ocurre en este momento. Hay poco margen de interpretación en el informe de cerca de quinientas páginas enmarcado en la causa sobre la supuesta corrupción en el Ministerio de Transportes en la época de José Luis Ábalos. El presidente del Gobierno pidió perdón por haber confiado en su anterior secretario de Organización y el actual, recién dimitido, Santos Cerdán, pero la ciudadanía necesita mucho más que un gesto de dolor.
Los españoles asisten a un escándalo de desconocidas proporciones y con consecuencias pendientes de resolución judicial que contribuyen a la desafección de la política. Costará mucho tiempo recomponer el puzle de lo público y recuperar la confianza en las instituciones, porque hay que tener en cuenta que la investigación judicial que hay abierta afecta a una cartera del Gobierno central, por lo que no se trata sólo de una crisis de partido que se arregla con una reestructuración, sino de mucho más. La trascendencia del caso es, a tenor de las circunstancias, mucho mayor, por lo que resultan absurdos los intentos del presidente de salvar a la Administración que él dirige. Ni hay que precipitarse ante los acontecimientos ni quedarse atrás. Los ciudadanos merecen una respuesta contundente en medio de un panorama con buenos datos en la economía en una España bien vista por Europa. Lo mismo que el Gobierno tiene una responsabilidad, también la tiene la oposición, que debe permanecer a la altura de las circunstancias. La Guardia Civil considera que hay indicios de que el número tres del PSOE, al igual que el imputado José Luis Ábalos, participaba en una trama de cobro de comisiones vinculadas a obras públicas. El primer paso fue la dimisión. Ahora habrá que esperar a su declaración, el próximo 25 de junio. La credibilidad está en juego.