Depurar responsabilidades
Las administraciones públicas invierten en campañas promocionales para que los ciudadanos hagan uso del transporte público con el fin de ganar la batalla a la contaminación y, sin embargo, cada vez surgen más problemas para quienes se ven obligados diariamente a utilizar el ferrocarril. El último capítulo, llamado sabotaje, robo o abandono, no afectó de lleno a la provincia de Jaén, pero sí a una de las líneas principales que conecta Madrid con Andalucía. Las dos incidencias, que sembraron el caos, no se pueden permitir a estas alturas del siglo XXI. Denotan, por una parte, que una infraestructura básica en las comunicaciones del país no cuenta con la vigilancia y la seguridad necesarias y, por otra, el mantenimiento de sus sistemas críticos es claramente deficiente. No es la primera vez y, a tenor de las circunstancias, tampoco será la última. El Gobierno está obligado a depurar responsabilidades para que los ciudadanos vean que la política es útil en el día a día. Comprar un billete de tren se ha convertido en una misión imposible y, cuando se consigue, puede llegar a ser una acción de alto riesgo, porque el usuario sabe cuándo sale de la estación de origen, pero nunca cuándo llega a la de destino, lo que complica la situación a quienes se ven obligados a contratar el servicio para la movilidad laboral. Uno de los símbolos de modernidad de España sufre una imagen de deterioro convertida en una realidad que, sin embargo, no se manifiesta en los libros de reclamaciones, sobre todo de los jiennenses, demasiado acostumbrados a sufrir retrasos y contratiempos que, por prisas o dejadez, no suelen plasmar en forma de denuncia. Alguien tendrá que poner remedio al desaguisado.