Delincuencia cibernética
La tecnología ha venido para quedarse, no hay duda alguna, no se puede ir contracorriente y, además, vino para ayudarnos a llevar las cosas de la vida diaria mucho más fácil. Internet nos permite acércanos a un mundo desconocido y lejano de igual forma que podemos estar informados al instante de lo que está ocurriendo en cualquier lugar del planeta. Tenemos el móvil, cada vez con más prestaciones, para realizar cualquier tipo de gestión con él en la mano, ya no sólo el ordenador y esa circunstancia nos permite, con la firma digital, acceder donde queramos y cuando queramos en cualquier momento. No hay duda alguna, lo vivimos a diario, cada vez tenemos todo más fácil y a golpe de clic, pero a la vez estamos más expuestos al engaño, al fraude, a que nos suplanten la identidad y sean capaces, por ejemplo, de vaciarnos la cuenta corriente. Los delitos cibernéticos asociados a las nuevas tecnologías se han disparado y las fuerzas de orden público ya tienen departamentos de trabajo especializados en este campo. La delincuencia sigue siendo delincuencia y se acomoda también a los tiempos que corren, es por lo que las autoridades siempre hacen un llamamiento a que seamos muy rigurosos con nuestras tarjetas de créditos y nuestras claves de acceso, que no demos entrada en nuestro ordenador a ningún correo electrónico que no esperemos y solamente con pincharlo ya nos provoca problemas de graves consecuencias o que por hacer compras a través del móvil dejemos una ventana abierta al ciberdelito. Los tiempos han cambiado y la picaresca se hace más exclusiva, pero sigue estando ahí y lo que es peor, seguimos pecando de bondad o de credulidad como antes pasaba con el “tocomocho”.