Comienza el curso, exigencia

30 ago 2025 / 09:23 H.
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Fin de semana último de agosto y vuelta a la actividad “normal” el lunes 1 de septiembre, con el retorno de los principales responsables de la administraciones públicas a sus despacho oficiales. Tras el relax, las vacaciones, la vuelta al pueblo, el viaje por el mundo de la clase política jiennense es tiempo ahora de ponerse a trabajar por Jaén y nada más que por Jaén. No hay otra tarea para quien ha sido elegido en cualquiera de las responsabilidades que tenga, ayuntamiento, Diputación, administración autonómica o gobierno central que velar por esta tierra, lo cual es tanto obviedad como una necesidad extrema para los jiennenses. No estamos en el motor de desarrollo y progreso que quisiéramos y haciendo el símil ferroviario, seguimos año tras año en el furgón de cola en todos los parámetros: Todos, sin excepción alguna. ¿Hay cambio de paradigma? Quisiéramos pensar que sí, palpamos que hay avances incuestionables, pero la tozuda realidad habla de despoblación y renta per cápita por debajo de otras provincias hermanas, un manantial de aceite en nuestras manos que el mercado y los intermediarios “regulan” a su antojo y, por si faltara algo para una ecuación en negativo, las infraestructuras para Jaén no son acordes con el siglo XXI. Se podrá estar más de acuerdo o menos, pero se carguen las tintas o no se carguen, la realidad es fría, extremadamente fría con el viejo Santo Reino pese a los comentados avances. Dicho de otra forma, si todas las provincias progresan adecuadamente con sus posibilidades más los “empujones” de los distintos gobiernos central y autonómico, es paradójico pensar que con nuestras propias manos alcancemos esas otras realidades cercanas. Jaén necesita del esfuerzo de todos, de que la sociedad civil se movilice y reclame con vehemencia lo que se nos ha usurpado durante años y que la clase política haga patria chica y no bandera partidista por Jaén. Así se sobrentiende porque así se declara, pero hoy no vamos a poner más que un ejemplo, el del AVE a Granada por Córdoba como escaparate de la injusta realidad que nos acongoja y nos inmoviliza. Hemos de dar una palmada en la mesa de advertencia para así avanzar más.

Editorial