Regeneración sí, pero sin entregar el socialismo al abismo

    04 jul 2025 / 09:45 H.
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    En los últimos días, un grupo de históricos militantes y dirigentes del PSOE ha hecho pública una carta en la que se solicita la dimisión inmediata del secretario general del partido y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Comprendo, incluso comparto en parte, la preocupación expresada en esa carta. Sin embargo, como viejo socialista, me veo en la necesidad de exponer una reflexión crítica: ¿estamos midiendo adecuadamente las consecuencias éticas, políticas y sociales de una decisión de tal calibre en el contexto actual? Nadie que haya dedicado su vida al socialismo democrático puede sentirse cómodo ante indicios de corrupción en el entorno próximo de un líder político. Tampoco puede obviar los riesgos de prácticas que puedan debilitar el equilibrio institucional o el respeto a las formas parlamentarias. La regeneración democrática no es un lujo, sino una obligación permanente.

    Pero, precisamente por eso, conviene distinguir entre la responsabilidad individual y la culpabilidad estructural. Hasta ahora, no ha sido el PSOE como organización quien ha sido señalado judicialmente, y confundir ambos niveles puede llevarnos a cometer un error histórico. Al pedir la dimisión del presidente sin esperar a una clarificación completa de las responsabilidades, podríamos estar precipitando no una regeneración, sino una involución. Una dimisión en estas circunstancias podría provocar, de manera casi inevitable, la desestabilización del Gobierno y, muy posiblemente, una convocatoria electoral. ¿Estamos preparados para el escenario en que el Partido Popular, con el apoyo de Vox, acceda al poder? ¿Queremos ser recordados como quienes, por actuar sin ponderar los tiempos, facilitaron la demolición de los avances sociales alcanzados en los últimos años? Hablo de la subida del salario mínimo, de la reforma laboral que redujo la temporalidad, de las leyes de igualdad, de la protección a los jóvenes y los alquileres, del reconocimiento a las víctimas del franquismo, de la apuesta por un sistema fiscal más justo.

    Todas estas medidas, como socialista, me representan. ¿Qué ocurrirá con ellas si dejamos paso a una alianza que aboga por un modelo neoliberal desregulado y un revisionismo histórico profundamente peligroso? No, no creo que regenerar al PSOE signifique dinamitar su liderazgo en caliente. No se puede construir sobre las ruinas si uno mismo provoca el derribo. El socialismo ha sabido renovarse en el pasado sin necesidad de autoinmolaciones. Ha sabido corregir el rumbo desde el interior, con debate, con crítica leal, con profundidad, sin poner en peligro el proyecto de país que defendemos.

    Entiendo a quienes han firmado la carta. Muchos de ellos son compañeros de historia, de lucha y de principios. Pero creo que esta vez nos estamos equivocando de momento y de forma. No por falta de razón moral, sino por una lectura insuficiente del equilibrio de fuerzas y del contexto histórico. Corremos el riesgo de entregar el futuro del socialismo a quienes quieren enterrarlo. Regenerar, sí. Reformar, sí. Exigir responsabilidades, también. Pero no desarmemos al socialismo frente a quienes no dudarán en desmantelarlo. En política, tan importante como tener razón es saber cuándo y cómo ejercerla. Y ahora, lo justo y lo necesario es esperar, vigilar, exigir explicaciones, pero sostener con firmeza un proyecto que, con sus luces y sombras, sigue representando la esperanza de millones de personas.

    SANTIAGO DE CÓRDOBA Y ORTEGA / Jaén

    Combatir la emergencia climática

    Junio ha sido el mes más caluroso jamás registrado, y las evidencias científicas apuntan a que lo peor está aún por llegar. Los veranos en España, además de ser más calurosos, se prolongan cinco semanas más que en los años 80, y así las muertes provocadas por olas de calor se multiplican. Además de darnos recomendaciones básicas para protegernos —evitar el ejercicio en horas de máximo calor, hidratarnos bien, buscar refugios climáticos...—, ¿haremos algo para evitar este futuro devastador, o ya es tarde? ¿Es que las élites y sus voceros no tienen hijos, sobrinos, nietos? Y aún así, ¿no se conmueven ante el sufrimiento de una infancia que encarará un planeta recalentado, con guerras, sequías, revueltas, hambrunas, recursos agotados e incapaz de sostener cosechas fértiles? Entretanto, Feijóo acusa al Gobierno en el Parlamento de «dogmatismo ambiental». Sólo un necio niega sin estar informado. Si seguimos postergando las decisiones difíciles que podrían protegernos, estaremos cultivando un mañana de ruina. Es hora de actuar con la urgencia que exige la emergencia climática. Los negacionistas del clima no solo son cerriles: son cómplices de la devastación. La tibieza política frente a la catástrofe ecológica no es neutralidad, es criminalidad por omisión. Quien frena la acción climática, delinque.

    MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS GORDON

    Aburrimiento

    Según la RAE, aburrirse se define como sentir tedio o cansancio debido a la falta de estímulos o distracciones, o como resultado de una falta de interés en algo que se está haciendo. En otras palabras, es experimentar una sensación de hastío o fastidio por la monotonía o la falta de algo que motive o entretenga. Lo vemos en quienes no saben en qué ocupar su tiempo libre. También en aquellos que, como en la película El día de la marmota (1993), repiten día tras día los mismos escenarios, una y otra vez. Lo vemos también en la política española: tantos casos de corrupción a lo largo del periodo democrático. ¿Se imaginan especiales informativos de la televisión pública repasando todos ellos? ¿O un simple banner en los telediarios que los mencionara uno por uno? Muchos de nosotros nos sorprenderíamos de los partidos políticos y las personas implicadas. Por último, estamos aburridos de ver cómo el poder adquisitivo de los jóvenes no levanta cabeza, mientras el sistema educativo permanece inamovible. El 87 % de los jóvenes de la generación Z utiliza ropa de segunda mano, no por conciencia ecológica, sino por necesidad. ¿Recuerdan la canción de “La moda juvenil”? Estamos aburridos de ver cómo este país está atascado y sin una voluntad real de sacarlo adelante.

    PEDRO MARÍN USÓN

    El rey se retrata

    Imitando a su padre, Felipe VI acaba de nombrar, incluso ahora que ya no tenemos esas fronteras, a media docena de nuevos “marqueses” medievales. El más conocido, quizás, es Nadal. Sí: se trata del mismo tenista que, entre otras lindezas, sediento de tener aún más millones por los que tanto ha martirizado avaramente a su propio cuerpo, se ha vendido y alabado con los mayores embustes a una de las peores tiranías petroleras árabes. Todo un récord, pues, de lo que un español de pro, realmente noble no debiera hacer jamás.

    MARTÍN SAGRERA CAPDEVILLA

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    Cartas de los Lectores