Polarización
Está de moda este sustantivo abstracto tan usado últimamente en política sin que, a veces, sepamos exactamente su significado. Más allá de lo referente al cambio de posición de los polos magnéticos de la tierra, la polarización ofrece varias vías de escape recurrentes a la hora de exponer o explicar cualquier tema. Nombrada palabra del año en 2023, es ahora cuando la intercalamos en frases de distinta índole e ideología para dejar mensajes poco claros al pueblo llano. No sólo la escuchamos en Política. Los medios de comunicación se han hecho eco y habitualmente forma parte de las noticias, ya sea en prensa escrita, radio o televisión, independientemente de la materia a tratar. No hay tertulia , mitin o programa de cocina, entre otros, donde la polarización aparezca como tendencia. Los paladares culinarios, que hace años no eran tan exquisitos, son ahora un ejemplo de polarización en cuanto a gustos, o lo que es lo mismo, a mi me gusta el cocido y a ti las judías. El antagonismo en las opiniones sobre creencias es la base para estar polarizado, es decir, no estar en el mismo bando de tus semejantes para ser visible en la sociedad y sentirse igual de valorado aunque se discrepe sobre algo o alguien. Si vas a Mercadona, queremos cortarnos el pelo o elegir unas vacaciones, entramos en esa polarización, en esa elección que siempre existió y que nadie puso nombre mas allá de preferencias. Divide a gente, crea grupos e incluso llega a una radicalización de opiniones. Posturas opuestas e ideologías distantes, casi tanto como saber elegir un periódico para informarse, puesto que la prensa también está polarizada y cada uno es libre de abrir las páginas de un diario. Yo elijo Diario JAÉN y respeto a quienes leen en minoría otras opciones locales debido afortunadamente a esa libertad llamada polarización.
RAFAEL ORDÓÑEZ MARTÍNEZ
El día que Islandia se detuvo
El próximo 24 de octubre se cumplen 50 años de una jornada que cambió la historia de Islandia y del movimiento por la igualdad. En 1975, el 94% de las mujeres islandesas dejaron sus trabajos y sus hogares para salir a las calles de Reikiavik y exigir igualdad salarial y de derechos. El país se paralizó y el mensaje fue claro: sin las mujeres, la sociedad no funciona.
Hoy, medio siglo después, Islandia lidera el mundo con la brecha salarial más baja: un 9%. Aun así, la igualdad plena sigue pendiente. El Foro Económico Mundial advierte que, al ritmo actual, el mundo necesitará 169 años para cerrar completamente esa brecha. ¿Tendremos que esperar casi dos siglos para alcanzar esta justicia social? Quizás el 24 de octubre debería convertirse en el Día de la Mujer Trabajadora del siglo XXI, en homenaje a aquellas que demostraron que la igualdad no se pide, se construye. Porque cuando las mujeres paran, el mundo se detiene. Pero cuando avanzan, avanzamos todos.
PEDRO MARÍN USÓN / ZARAGOZA