Perderse en la pasión

    23 abr 2025 / 09:01 H.
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    Perderse en la pasión

    Perderse en la pasión es vivir la vida con intensidad y entrega, incluso si eso implica correr riesgos o cometer errores. Es una apuesta por la autenticidad y la búsqueda de aquello que nos apasiona, sin importar las consecuencias.

    ANA CACHINERO / Jaén

    China y el Partido Popular

    Hace meses que Pedro Sánchez tenía previsto su viaje oficial a China. No fue improvisado. No responde a ninguna provocación geopolítica repentina. Sin embargo, un beligerante y vengativo Trump cambió el contexto. En medio del aumento de tensiones comerciales entre Estados Unidos y el resto del mundo, especialmente con el gigante asiático —con advertencias tan torpes como la del secretario de Estado estadounidense, quien aseguró que “acercarse a China sería como cortarse el cuello”—, la visita del presidente español se ha convertido para los carcas en una supuesta traición a los intereses occidentales.

    Se olvidan de que España es un país soberano. Y lo sigue siendo gobierne quien gobierne. No puede —ni debe— plegarse a los designios de ninguna potencia extranjera, por muy aliada que sea. Lo que hace Pedro Sánchez no es otra cosa que ejercer una política exterior autónoma, responsable, y en este caso, también alineada con la UE, como abanderado de una posición común europea, en contacto directo con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que pronto también visitará China.

    No es la primera vez que un presidente del Gobierno español pisa suelo chino para reforzar lazos comerciales. Aznar lo hizo. También Rajoy. Incluso Feijóo, cuando era presidente de Galicia, viajó para buscar acuerdos e inversiones. Ninguno de esos periplos fue tildado de sumisión ni de error estratégico. ¡Ah! Pero cuando lo hace la izquierda, las voces del PP se alzan con hipocresía, mentiras y sumisión al poderoso.

    La crítica no se basa en el fondo, sino en el autor. Si Sánchez hubiera cancelado el viaje por presión estadounidense, también lo habrían acusado de rendir la soberanía española a intereses ajenos. Y eso es precisamente lo que está en pasando: una visión instrumental de la política exterior, utilizada como munición para el combate interno. El PP siempre tiene que criticar.

    Es muy preocupante el tic automático con el que el PP responde a cada movimiento del Ejecutivo. No hay análisis, ni propuesta alternativa. Solo crítica automática, desgaste constante, falta de respeto, búsqueda del titular fácil. A esto se suma el discurso aún más estridente de Ayuso, que convierte todo en un nauseabundo campo de batalla ideológico, donde rinde pleitesía al poderoso y pisotea al débil.

    España no puede permitirse ese tipo de política. Y menos cuando el tablero internacional exige inteligencia estratégica, autonomía y visión a largo pla-zo. En lugar de arrastrarse ante las amenazas de Washington o de usar cada viaje para desgastar al rival político, haríamos bien en exigir altura de miras a quienes aspiran a gobernar.

    Porque la soberanía se defiende con hechos, no con discursos huecos, banderitas ni pulseritas.

    MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS GORDON

    Dirigentes sanos sin pedir milagros

    La vida se ha alargado mucho y, en sentido contrario, también la rapidez de los cambios culturales. Los pueblos sensatos, pues, han elegido presidentes más jóvenes. El gran error de Estados Unidos con Biden y Trump lo estamos pagando todos muy caro.

    Lo mismo ocurre, en perjuicio también de los no católicos, con los Papas. Ninguno, de ordinario, debería morir en el cargo. Los obispos —no sólo unos cardenales, muchos elegidos por el Papa anterior— deberían, sin tentar más a Dios, elegir también un jefe en plenitud de facultades para un periodo razonable y renovable.

    DIEGO MAS MAS

    Las sandalias del pescador

    La vida nos sorprende con casualidades que nos llevan a reflexionar. La víspera del fallecimiento del Papa Francisco, me encontraba plácidamente arrellanado viendo una emotiva película: “Las Sandalias del Pescador”; el protagonista es elegido sucesor de Pedro en medio de un mundo convulso sobre el que se cierne la amenaza de una guerra nuclear y hambrunas. ¿Nos suena? El nuevo Papa, como todos, es un hombre de carne y hueso, plagado de dudas, que se ve impotente ante la ciclópea tarea que le espera y duda de si será digno de llevar el anillo piscatorio. En el mundo real actual, el sucesor del Papa Francisco se va a encontrar inmerso en un mundo polarizado en el que se rumia la incertidumbre; independientemente de que sea tradicional o heterodoxo, los católicos debemos apoyarle a desarrollar su ingente labor pastoral y a que sus sandalias de pescador le proporcionen seguridad en un entorno lleno de arenas movedizas y minas ocultas dispuestas a explotar cuando alguien las pise. En su fuero interno, no es más que un hombre que siente y padece, ríe y llora; posee virtudes pero también defectos aunque le tratemos como Sumo Pontífice o Su Santidad. Imaginemos que va sentado en la silla gestatoria y quienes pertenecemos a su grey, soportamos sobre nuestros hombros tan beatífica carga. En breve, fumata blanca: Habemus Papam.

    FRANCISCO JAVIER SÁENZ MARTÍNEZ

    Españoles frente a Juan Carlos I

    Emigrado frente a Franco, siendo sociólogo, nunca pensé que, al volver, tras su muerte, llegaría a avergonzarme de mi tierra. Porque aquí se ha endiosado al hijo adoptivo de Franco más que al sádico que mató más españoles que nadie en la historia. Porque, con un repugnante servilismo, se ha declarado impecable, irresponsable a quien, tras matar a su hermano —su mismo padre le hizo jurar que fue sin querer—, maltrató a su mujer y a centenares o miles más, nos traicionó al tratar con Rusia y otros países y también con Hacienda, y ahora quiere taparnos la boca, como al expolítico Revilla, gota que rebosa mi vaso. Sí, en vano denuncié a ese hijo de Franco en los medios de comunicación, puse miles de carteles contra su propaganda cómplice de la droga que mata a más españoles porque le regalaban yates “Fortuna” y difundí folletos contra esos y otros de sus muchos desmanes; también repartí muchos centenares de pancartas en las pocas manifestaciones antimonárquicas. Hoy me comprometo a pagar con Revilla su posible multa y seguiré luchando, pero, “Patria ingrata, no tendrás mis huesos”. Haré que los incineren y me los guarde mi nativo Mediterráneo.

    MARTÍN SAGRERA CAPDEVILA



    Cartas de los Lectores