La odisea de la gota (parte 2)
La gotita siguió viajando más y más... ¡Hasta el infinito! Traspasó la barrera del papel blanco y viajó a través del tiempo. En su camino se encontró con paisajes extraños y desconocidos, figuras raras de diferentes tamaños y colores, formas humanoides, estrellas muy grandes y luminosas... Pero lo que la gota no contaba, ni nadie le explicó, era que también existían peligros con los que inevitablemente podía encontrarse más allá del infinito. Tras mucho peregrinar, el punto, o sea, la gota de tinta, llegó a un lugar inexplorado y misterioso. Era una gigantesca estrella que se apagaba en segundos. En ese instante, sintió que algo, como si fuese un imán poderoso, la sujetaba con fuerza y la empujaba hacia el abismo. ¡La estrella se apagó!
La gota se sintió aterrada al ver que estaba siendo arrastrada hasta un pozo muy profundo. Pero, en ese momento, recordó todo lo que había aprendido en su viaje y resolvió hacer uso de su valentía y creatividad para salir de esa situación.
Con su habilidad para dibujar, la gotilla creó un paracaídas con su propia tinta y logró frenar su caída hacia el precipicio. Aterrizó en un planeta desconocido, habitado por seres extraños y fascinantes. Allí descubrió que su viaje no había terminado: aún quedaba mucho por explorar en el infinito universo. Con su creatividad y valentía, siguió adelante y continuó su aventura hacia lo desconocido. Se convirtió en una exploradora del cosmos, descubriendo nuevos mundos y creando maravillosas obras de arte en cada uno de ellos. Su viaje hacia el infinito nunca terminó. Lo más importante fue que jamás perdió su valentía ni su creatividad para enfrentar los peligros que se le presentaron en su camino.
ANA CACHINERO / Jaén
No se quieren enterar...
Parafraseando a la mítica canción de la gran Concha Velasco, Vinicius y Mbappé volvieron a mostrar su pasotismo a la hora de presionar al rival, cuando esa es una de las máximas premisas del fútbol actual. Tuvieron un ejemplo claro en sus narices con Dembélé, pero ni por esas.
FAUSTINO LASARTE GÁRATE
El país que el mundo olvidó
Mientras Afganistán sufre una de las mayores brechas de género del planeta, el mundo guarda silencio. El reciente informe de la ONU revela que casi ocho de cada diez jóvenes afganas están excluidas de la educación, el empleo y la formación. La participación laboral femenina es apenas del 24 %, frente al 89 % de los hombres. Y, sin embargo, casi nadie habla de ello. En el otro extremo está Islandia, que lidera por decimoquinto año consecutivo el Índice Global de Brecha de Género, con una igualdad cercana al 91%. Allí, la paridad es política de Estado. En Afganistán, la desigualdad es ley impuesta por el miedo. Las mujeres realizan el 74% del trabajo doméstico no remunerado. Los hombres, solo el 3%. Lo dramático no es solo la situación, sino su invisibilidad. El olvido mediático condena a millones de niñas y mujeres a una vida sin voz ni oportunidades. Sin foco, no hay presión política ni recursos. Publicar estos datos, contrastarlos, escuchar a mujeres afganas y a quienes las apoyan desde ONG sobre el terreno puede marcar la diferencia. Visibilizar salva vidas. Callar también es tomar partido. Hay historias femeninas de este país que nunca aparecerán en Netflix.
PEDRO MARÍN USÓN