El tiempo
El paso del tiempo produce inevitablemente el envejecimiento del cuerpo humano. La sociedad actual, sin embargo, lo lleva bastante mal. El reloj avanza biológicamente, mientras que sociológicamente se pretende que lo haga en sentido inverso. Decir a alguien “pareces más joven” se entiende como un halago, mientras que “te veo mayor, envejecido” roza la ofensa. En este juego de “adelante y atrás”, el ser humano persigue fórmulas que le hagan aparentar una juventud perdida. Los medios difunden constantemente estudios sobre alimentación, ejercicio, descanso saludable... Existe toda una legión de expertos dedicada a retrasar, aunque sea un poco, el reloj biológico. Mientras tanto, apenas se habla de las verdaderas urgencias: desigualdades sociales, economías familiares que no llegan a fin de mes, vivienda que solo aparece por rachas en la agenda pública, o un sistema educativo anclado en el pasado. Jugamos a disfrazar la edad, mientras los problemas reales crecen día a día. Y la política actúa de manera similar: entretener con el exterior, ocultando un interior que necesita transformaciones profundas. Quizá aceptar el paso del tiempo sea también una forma de empezar a mirar de frente lo que realmente importa.
PEDRO MARÍN / ZARAGOZA