El Manco de los Cañones de Jaén

    19 oct 2025 / 08:53 H.
    Ver comentarios

    Uno de mis temores, como nonagenario que soy, es que, conmigo, desaparezcan mis recuerdos y hay uno, en particular, que quiero que se inmortalice. Todos sabemos quién era el Manco de Lepanto, ¿verdad? No me contestéis, sé que lo sabéis.... Pero... ¿Sabe alguien quién era el Manco de los Cañones de Jaén? Tal vez, algún pariente que le quede vivo.

    Escuchad, una breve parrafada, entre unos jóvenes intrépidos y un guarda forestal que les advierte.

    —¡Pero muchachos! ¿Adónde vais? ¿Qué pretendéis? ¿No iréis a subir a contra corriente los Cañones Bajos por su cauce? Eso, además de peligroso, es prácticamente imposible.

    —¿Acaso no ha conocido usted a nadie que haya subido los Cañones Bajos por su cauce?

    —Sí, sí que lo he conocido muchacho.

    —¿Y quién era ese alguien, si se puede saber?

    —Sí, sí que se puede saber. Ese hombre, aunque os sirva de sorpresa, era uno al que le faltaba un brazo y a pesar de esa falta, solo él ha subido y bajado a contra corriente o a favor, venciendo a las aguas y, ayudando a todo el que se encontraba en apuros.

    Y este era el Manco de los Cañones, del que habría que contar y no parar. Más de uno de los de mi edad lo recordarán y si no, que se lo pregunten a mi amigo Manolo hijo del panadero de San Ildefonso. Cuando intentábamos subir por los Cañones Altos a la altura del llamado “chilanco del Civil”, se torció un tobillo y ¿ahora qué? Ni podíamos subir... ni podíamos bajar. ¡Menudos inútiles! Pero allí vino el Manco de los Cañones, que con un solo brazo y haciendo equilibrio, recogió a Manolo y seguido por todos nosotros, regresó a la presa y en el mismo lugar donde solíamos descansar para gozar de aquellos lugares que aún existen... Vendó adecuadamente a nuestro amigo y nos recomendó reposo. De aquel día ya casi anochecido, solo recuerdo, en nuestro regreso, la sonora bofetada recibida por mi amigo de su padre el panadero y la bondadosa sonrisa que nos dejó el Manco de los Cañones, que, para mí, aún debe de andar levitando por entre las rocas y las tumultuosas aguas de los inigualables Cañones de Jaén.

    BERNARDO RUIZ / Jaén

    Concepción Molina Parras pone sus esperanzas en el Defensor del Pueblo

    Después de la denuncia en prensa realizada hace algunas semanas, sobre la falta de respuesta a su petición de plaza en una residencia concertada, realizada en noviembre del año pasado y que fue calificada como preferente por los servicios sociales de Torredonjimeno, la situación sigue igual. Conchi sigue en su estado de Gran Dependencia, necesitando apoyo y atención durante las 24 horas del día y pagando una plaza privada en una residencia sin recibir ayuda para ello. Mientras tanto, la Consejería de Inclusión Social sigue “a lo suyo”, sin dar respuesta alguna. Esto ha obligado a su familia a dirigirse al Defensor del Pueblo de Andalucía para que intervenga en este caso y reclame las explicaciones que a ellos se les niegan. Sería muy conveniente que el Defensor del pueblo, además, pidiera datos sobre si hay más andaluzas y andaluces afectados por este tipo de retrasos en la tramitación de sus expedientes, cuántos son y las causas; por descartar que se trate de otro “despiste” injustificable.

    LOURDES ARANDA MOLINA / Jaén

    Cartas de los Lectores