El derecho a una vida humana
En medio de la escalada del aluvión de desastres climáticos que nos acorralan y de los incesantes conflictos que nos persiguen, defender los valores humanos y la ética humanitaria, es una de las más urgentes necesidades del momento. Hoy más que nunca precisamos reponernos, trabajar en los valores interiores de cada cual, para encontrar el reposo necesario y la primordial quietud que generan las razones de la esperanza, que todos nos merecemos por el mismo hecho de nacer. Desde luego, los continuos abusos de poder y los consiguientes perjuicios, causantes de tensiones y ahogos, nos están dejando decaídos, sin entusiasmo alguno, trastocando la verdadera sabiduría y los valores permanentes, que son los que realmente nos activan la ilusión vivencial.
Sin enfoques integradores, no podemos responder realmente a las necesidades más innatas de las personas, pues toda existencia ha de ser respetada y protegida totalmente, desde el momento de la concepción hasta su final. En consecuencia, la aspiración tan legítima del ser humano a una mejor calidad de vida exige una morada que no sea solamente un abrigo contra la intemperie, o un frío artilugio sin alma que, en absoluto, favorece la propia realización del individuo en sus necesidades materiales, culturales y espirituales, y contribuya de esta manera al crecimiento de esa parte más sensible que hay en todo mortal; sin obviar, sus vínculos hogareños, ejerciendo una actividad compatible con su edad, que le permita participar en la biografía general como copartícipes humanitarios.
En efecto, en una crónica genealógica robustecida se experimentan algunos elementos esenciales de la paz, la justicia y el amor entre sí, con la siempre disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para condonarlo. Por eso, la familia es la primera e insustituible institutriz de concordia. Tanto es así, que la propia corporación social está llamada a inspirarse también en los valores sobre los que se rige la comunidad doméstica. De lo contrario, se acrecentarán los promotores bélicos que pisotean los derechos fundamentales, llegando a privar a las poblaciones de su derecho a la alimentación, el agua y la educación. Diplomacia y diálogo es lo que se requiere para zanjar lo bárbaro. ¡Hagámoslo!
VÍCTOR CORCOBA HERRERO
Secuestrado a la carrera en Madrid
Políticos sin escrúpulos, por dinero, prestigio o ambas cosas, siguen secuestrando a millones de madrileños con maratones que les niegan sus derechos constituciones de tránsito, con insanas carreras pedestres por zonas urbanas. Porque, encima, no faltan incautos que, en su preparación, secuelas o en su misma “celebración”, resultan dañados, lisiados o incluso muertos en el acto, como dos este mismo mes en la media maratón de Madrid. Triste complot de unos políticos antidemocráticos con una “élite” de miles de exhibicionistas o insensatos que perjudican así también su propia salud. Políticos sin escrúpulos, por dinero, prestigio o ambas cosas, siguen secuestrando a millones de madrileños con maratones que les niegan sus derechos constituciones de tránsito, con insanas carreras pedestres por zonas urbanas. Porque, encima, no faltan incautos que, en su preparación, secuelas o en su misma “celebración”, resultan dañados, lisiados o incluso muertos en el acto, como dos este mismo mes en la media maratón de Madrid. Triste complot de unos políticos antidemocráticos con una “élite” de miles de exhibicionistas o insensatos que perjudican así también su propia salud.
ALFONSO PRADA CANO