El baile de las luciérnagas
En el bullicio de la ciudad, María Antonia se sentía perdida entre la multitud que se agolpaba en la plaza central. De repente, una voz suave le susurró al oído: —No lo dudes. No dejes que un espectáculo se diluya entre la gente.
Intrigada, se abrió paso hacia el centro. Allí descubrió a un grupo de artistas callejeros que ofrecían un ballet de luces y sombras, un espectáculo mágico que parecía danzar al compás de la música. María Antonia sonrió al darse cuenta de que, a veces, las maravillas más grandes se esconden justo en medio del caos.
Embelesada, observó cómo las luces dibujaban figuras fugaces que parecían cobrar vida. En ese instante, comprendió que la magia no estaba reservada a los escenarios perfectamente iluminados, sino que también surgía en los rincones más inesperados. Inspirada por la belleza del momento, guardó aquel recuerdo en su corazón, donde, incluso en los tiempos más tumultuosos, siempre habrá destellos de luz y esperanza. Con el corazón agradecido, se despidió de las luciérnagas que seguían bailando en la noche, iluminando el camino de quienes se atreven a mirar más allá de la superficie del caos urbano.
ANA CACHINERO / Jaén
Detener las guerras
Hoy, como ayer, el mundo sigue en guerra. En pleno siglo XXI, múltiples conflictos desgarran a la humanidad. Gaza es, quizá, el ejemplo más estremecedor: matar y condenar a la población al hambre resulta injustificable. Ucrania, Sudán, Yemen, Myanmar y otros escenarios de violencia, aunque menos presentes en los titulares, siguen sumando víctimas.
Las guerras las inicia el ser humano y solo él puede ponerles fin. La historia recuerda que tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial terminaron con la intervención decisiva de Estados Unidos. Hoy, sin embargo, Occidente no actúa de la misma forma. Las sanciones económicas se muestran insuficientes y una intervención militar a gran escala sería impopular y políticamente arriesgada. Mientras tanto, los juegos de guerra en Estonia o los ciberataques a aeropuertos occidentales parecen más provocaciones que pasos hacia la paz. En lugar de detener la violencia, el planeta avanza hacia los mismos errores del pasado. La pregunta sigue abierta: ¿quién gana realmente con un mundo en guerra y quiénes son, inevitablemente, los que pierden? Un mundo caótico es la constante de nuestro tiempo. También lo son los aranceles, que empobrecen a muchos habitantes.
PEDRO MARÍN USÓN
El atractivo del mal
El ambiente político que respiramos es ciertamente” irrespirable” en algunos momentos. La normalización de faltar a la verdad, si con ello se obtiene rédito político, para confundir y difundir la mentira se hace especialmente dolorosa cuando se es conocedor/a de esa verdad y se es testigo del daño que siempre lleva aparejada la mentira.
Esto es lo que he vivido con las noticias difundidas por un partido político sobre la atención que reciben los usuarios de las dos residencias que gestiona la Diputación de Jaén, Santa Teresa y López Barneo. Quienes buscan alarmar y desprestigiar siempre encuentran a alguien dispuesto a sacar una foto, fuera de contexto, que sirva de prueba a su objetivo. Los personajes son siempre los mismos a lo largo de la historia de la humanidad. Conozco los desvelos y la profesionalidad de quienes trabajan en estas residencias con un modelo de atención centrado en la persona, sabemos que cuando las familias necesitan cuidados especiales para tercera edad o por discapacidad grave se sienten afortunadas si consiguen plaza en estos centros. Lejos de sentirnos orgullosos de ellas, de buscar la siempre posible mejora en su funcionamiento, nos dedicamos a difundir noticias graves que inquietan y preocupan en extremo a quiénes tienen a sus seres queridos residiendo en estos centros. Tras conocer estas noticias de prensa, me consta que se producen llamadas de las familias, muy preocupadas, y que imagino vivirá como un éxito personal quién ha lanzado este tipo de noticias mal intencionadas. En la última noticia de prensa sobre la Residencia Santa Teresa, de fecha 18 de septiembre en Diario JAÉN, se hacía mención a “tanto como debemos a nuestros mayores y a que ellos no pueden seguir esperando”. Si algo les debemos, y esperan de nosotros, es vivir en el respeto que nos enseñaron, es sentir la pertenencia y el orgullo de valorar lo que sí hacemos bien y trabajar por mejorarlo desde la lealtad y la cooperación y no creando confusión y preocupación en las familias que ya están bastante dañadas y necesitadas de ayuda.
HERMINIA NAVARRO CABRERA/ Jaén
Burla a víctimas del genocidio
Mientras no pocos luchan apoyando a los palestinos víctimas del tan inhumano genocidio israelí, exponiéndose en barcos que van en su apoyo, en Madrid se montó un simulacro con barquitos en el lago del parque del Retiro. No contentos con ese heroico gesto, y después de que desapareciera una manifestación seria y normal en apoyo de Gaza desde Atocha, como ya hubo varias, después se monta un espectáculo infantilizado, una burla sangrienta, al invitar a hacer navegar por el Manzanares unos barquitos de papel con los colores de la bandera palestina, cuidando —dicen— que no salgan en las fotos los niños que juegan en sus aguas. Hay cosas que no tienen nombre.
MARTÍN SAGRERA CAPDEVILA