El acto de nutrirse; ya no solo de pan, también de ilusiones

    17 oct 2025 / 08:54 H.
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    Todo ser humano requiere, tanto alimentarse como alentarse cada aurora, para comenzar su propio camino, que es lo que garantiza la digna existencia de la persona humana. Es verdad que cada época se nutre de sueños, que es lo que nos da subsistencia, pero también se necesita poner al alcance de la ciudadanía, la pluralidad de alimentos nutricionales como medio para lograr la seguridad alimentaria con dietas sanas, de las que nadie quede excluido. Por tanto, es vital no olvidar la dimensión social y humanística que tiene el acto de ampararse. De ahí, la significación de tomar el ideal de justicia como pauta de nuestro acontecer diario, al menos para poder atendernos y entendernos, ya no únicamente como sustento, también como apoyo a las necesidades de las personas.

    La humanidad, agobiada por el aluvión de tormentos y herida por tantas injusticias, con apremiante urgencia, suele pedir a gritos desesperantes otra sintonía entre sus análogos, con medidas resolutorias para llevar un proceder más fraterno, donde impere la serena convivencia y no la interesada conveniencia. Tenemos corazón, no lo olvidemos nunca; pues, escuchemos hasta nuestros propios latidos verdaderos, esos que nos alertan las dificultades y nos instan a salir de los bochornos. Ello nos demanda asimismo que nos dejemos interpelar y conmover por la voz de los que nadie escucha y que la solidaridad se convierta en el principal pulso de nuestras disposiciones. De lo contrario, nos hundiremos aún más y el veneno de la indiferencia nos dejará sin hálito.

    Desde luego, hemos de activar el soplo del amor verdadero, ese que nos embellece mar adentro y que se nutre de miradas que acarician, porque la vida hay que nutrirla de afecto, no de desafecto; además de un espíritu donante, jamás egoísta. Si haciendo el bien y cultivando la bondad nos llenamos de alegría, esparzamos las semillas del gozo y veamos los caminos, con sus horizontes de otro modo, mediante un aire compasivo que derrote definitivamente la dolorosa lacra de la miseria y el hambre en el mundo. Únicamente trabajando en equipo, entre gobiernos, organizaciones, sectores y comunidades, podemos garantizar que todas las personas tengan acceso a una dieta saludable, viviendo en armonía consigo mismo, que es como se hace familia en nuestra casa común.

    Lo importante es ejercitar el anhelo; ya que, si es benigno hallarse, todavía es más preferible distinguir. Aun así, lo mejor de todo, radica en imaginar despierto para poder sacudir los zapatos y comenzar un nuevo tiempo, sin que nadie sea excluido. Nuestro orbe y también nosotros, somos demasiado interdependientes para que nos dividamos en bloques, con una escandalosa polarización que nos deshumaniza por completo. Indudablemente, hay que avivar otros estímulos más auténticos y desinteresados, que edifiquen una civilización que encuentre en el respeto mutuo y en la ayuda participativa, la llamada de la conciencia para orientar andares, volcándonos sobre todo en las gentes que más sufren, como los hambrientos y sedientos; mientras otros, saciados se ceban y derrochan.

    Nuestras acciones, ante este abusivo contexto de mundanas miserias, debe guiarse por las realidades de los desfavorecidos; lo que nos insta a superar la fría lógica del mercado, centrada vorazmente en el mero beneficio económico. Mal que nos pese, nuestros estilos y prácticas de consumo habituales, suelen demolernos a poco que nos adentremos en esas muchedumbres frágiles estigmatizadas, a las que se les intenta invisibilizar. En consecuencia, hoy más que nunca se advierte, de no dejar a nadie atrás desesperanzado, por falta ya no sólo de comida, también de asistencia sanitaria y de viviendas asequibles, de trabajos decentes y salarios justos; o de protección social universal, ante la falta de seguridad alimentaria y de una educación de calidad.

    VÍCTOR CORCOBA HERRERO

    Asuntos sin micrófono

    La corrupción, la malversación y la judicialización parecen haberse convertido en los temas estrella de los platós televisivos y los estudios radiofónicos. Por desgracia, ocupan gran parte del tiempo en los medios de comunicación, mientras los problemas cotidianos de la ciudadanía quedan relegados al olvido. En la vida diaria, los precios de la cesta de la compra suben sin parar, y lo que antes alcanzaba para llenar el carro hoy apenas cubre lo básico. Muchos jóvenes, con varios másteres y títulos a sus espaldas, no encuentran una salida laboral que recompense su esfuerzo. Ante esta falta de oportunidades, y con idiomas en su haber, no es raro que busquen fortuna fuera del país.

    Tampoco los profesionales de la sanidad ven reflejadas sus demandas en los medios. La política se ha convertido en ese “gran Dios” que ocupa (sin confundir con “okupa”) todo el espacio y todo el tiempo, pero ¿realmente soluciona los problemas sociales? Más bien parece que su objetivo es conservar o aumentar el voto, mientras los verdaderos asuntos que preocupan a la sociedad siguen esperando turno. Como bien dice el refrán: “Al pan, pan y al vino, vino”. El resto es, simplemente, marear la perdiz.

    PEDRO MARÍN USÓN / ZARAGOZA

    Sánchez con Trump

    Sánchez se quejó el día 12: “La derecha me critica hasta por estar delgado”, por preocuparse por España y, claro está, por sí mismo. Trump, en cambio, le dijo el 13: “¿Estáis trabajando con respecto al PIB? Nos acercaremos. Pero hacéis un trabajo fantástico”. El mandamás está harto de tantos serviles, como la oposición en España, que doblan temblando el espinazo ante él.

    MARTÍN SAGRERA / MADRID

    Presidente Donald Trump

    Qué difícil resulta hablar o escribir acerca del presidente Trump sin caer en epítetos peyorativos o laudatorios. Su proyecto de alcanzar la paz entre israelíes y palestinos, de momento, ha cristalizado, no era una utopía; no puede calificarse exagerado afirmar que lo logrado hasta ahora, una tregua incipiente, una llama humilde que tilila asustadiza, es una proeza. Las intervenciones públicas del actual inquilino de la Casa Blanca son auténticas arengas y hogaño, es el político a nivel mundial que mejor domina cómo transmitir un mensaje e inculcar una idea; su dominio de la comunicación no tiene parangón. Demuestra ser un avezado histrión: sus raptos airados cuando se le contradice son merecedores de un estudio. ¿Cómo es en verdad este hombre-personaje? Sea como fuere, ha conseguido que el fragor de las armas haya enmudecido, los bombardeos no iluminen la noche, las sirenas no ululen, los niños correteen confiados, la sangre no corra a raudales, la muerte no se enseñoree. Una rama de olivo ha germinado en el suelo calcinado; roguemos para que se convierta en un feraz, fecundo y ubérrimo olivar de vida, paz y prosperidad para unos y otros, no olvidando quién lo ha propiciado. Ni filias, ni fobias. Many thanks indeed, Mr. President.

    FRANCISCO JAVIER SÁENZ MARTÍNEZ / LASARTE-ORI

    Cartas de los Lectores