Derechos, libertades y legalidad

    10 ago 2025 / 09:41 H.
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    Derechos, libertades y legalidad

    La decisión y posterior aprobación, en el Ayuntamiento murciano de Jumilla de gestionar, de manera diferente de como se venía haciendo, la utilización de locales municipales, suspendiendo el permiso, para las celebraciones religiosas, ha generado gran malestar. Incluso se ha señalado que esos nuevos parámetros para la utilización, en este caso de un polideportivo, no encaja en la Constitución. En concreto se dice que no respeta el artículo 16.1 que hace referencia a la libertad religiosa.

    Es muy curioso que la medida tomada haya tenido tanta repercusión. Hasta la Conferencia Episcopal ha reaccionado criticando la medida. Han considerado, muy equivocadamente, que la medida se refería, en exclusiva, a las creencias del islán y han expresado su malestar y con ella la solidaridad hacia el islán. Al parecer los obispos no han valorado que los polideportivos se han construido para varias actividades como el practicar los deportes. Al igual que las iglesias y catedrales no se han construido para jugar al pádel.

    Pongámonos en otro plano. En demasiadas ocasiones se han retirado cualquier símbolo religioso de las escuelas a pesar que era una tradición. Nuestra cultura tiene bases cristianas y es una realidad incontestable y era por eso que los crucifijos se encontraban en espacios públicos. La prohibición en vez de generar rechazo, se celebró. Se consideró que la religión era un aspecto que debe situarse dentro de la privacidad y en lugares para ello, como las iglesias. Ahora no se entiende ese rasgarse las vestiduras, que no se autorice celebraciones religiosas en locales de la administración como es el caso de Jumilla. Solo es una reflexión que la conferencia Episcopal debería realizar también.

    FERNANDO CUESTA GARRIDO / Vitoria

    Reconocer

    Reconocer es más que una palabra, es la llave maestra que abre todos los corazones. Es tan poderosa que no hace falta pronunciarla para que todo cambie, basta con pensarla. Su mención es suficiente para rasgar el velo que oculta el alma, sacando a la luz las mentiras y las malas intenciones.

    JUAN TARRAGO NESTA

    El precio de nacer

    Eres un niño en Gaza, o una niña en Sudán. Tienes hambre... o has sufrido tu primera violación. ¿Qué pensarás del mundo en el que has nacido? Sin duda, tu visión será muy diferente a la de aquellos lugares que quizá ves por televisión, donde no existen estas situaciones de dolor y sufrimiento. Pero también, un niño en España puede sentir algo parecido. En hogares donde la falta de ingresos obliga a reducir la comida, la ropa, el calzado o incluso los juegos, la mirada de estos pequeños será muy distinta a la de otros niños que viven, quizá, a solo unas calles de distancia. Hoy, como ayer, los niños siguen indefensos ante la barbarie de los adultos, ya sea por guerras o por injusticias económicas. ¿Se imaginan un Premio Nobel para quienes han hecho del mundo un lugar mejor para la infancia? En plena era digital, con inteligencia artificial, vacaciones, pensiones y avances tecnológicos, persisten desequilibrios profundos entre quienes han tenido la suerte de nacer en el lugar y momento adecuados... y quienes solo han heredado la desgracia de hacerlo en el sitio y tiempo equivocados. Un niño sigue siendo... el futuro de un mundo mejor. O el reflejo de uno peor.

    PEDRO MARÍN USÓN / Zaragoza

    Cartas de los Lectores