Debates vacíos, país estancado

    29 oct 2025 / 08:33 H.
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    Para que una sociedad evolucione y progrese, la colaboración entre las instituciones públicas y la ciudadanía debe ser real y efectiva. Desde hace tiempo, los desencuentros entre las fuerzas políticas se han convertido en una constante en los titulares. En la legislatura actual, esa falta de entendimiento impide aprobar unos Presupuestos Generales del Estado que impulsen los avances sociales y económicos que el país necesita.

    A ello se suma la elevada fragmentación del Parlamento, fruto del voto ciudadano, que complica la toma de decisiones y frena la acción política. Ante este panorama, muchos ciudadanos se preguntan: ¿Tiene sentido presentar propuestas de ley sin un mínimo consenso previo? El Parlamento, símbolo de la soberanía popular, parece haberse transformado en un escenario de gestos vacíos y debates estériles. Sin diálogo ni acuerdo, no puede haber progreso. ¿Llegará el día en que exista un verdadero “club del votante”, donde los ciudadanos podamos formular preguntas tanto al Gobierno y sus socios como a la oposición? Hoy disponemos de medios tecnológicos suficientes para hacer posible una democracia más participativa y transparente. Nuestros representantes deberían rendir cuentas ante la ciudadanía no solo cada cuatro años, sino de forma continua, en tiempo real. Solamente así dejaremos atrás la parálisis y construiremos una sociedad más dinámica y comprometida con su futuro.

    PEDRO MARÍN USÓN

    La dana de Valencia

    Se va a cumplir el primer aniversario de una de las mayores catástrofes naturales en territorio nacional. Valencia sufrió el fuerte impacto de una dana que se llevó a 229 personas. El 29 de octubre de 2024, los afectados y los familiares de los fallecidos no olvidan el trágico suceso. Por supuesto, el resto de los españoles mantenemos viva esa llama de solidaridad por aquellos que perdieron la vida y, también, por sus familiares.

    Es triste comprobar que la política en nuestro país lo enfanga todo, incluso las tragedias. Ahora hay que consolar a esos familiares y también a quienes aún mantienen el miedo en el cuerpo y en su mente. Igualmente, es tiempo de dejar trabajar a la jueza de Catarroja que investiga la catástrofe, Nuria Ruiz Tobarra. A estas alturas de esta película tan triste, todos conocemos de quién es la responsabilidad en casos de este tipo: la Generalitat, que tenía las competencias en la materia.

    Los valencianos tienen un presidente que no estaba dirigiendo la mayor catástrofe. Aún se desconoce qué hizo en El Ventorro, qué llamadas realizó y cuáles no atendió. El señor Mazón, aferrado al sillón, ha demostrado lo que le importa su ciudadanía y el aprecio hacia ella. A la política hay que llegar con sentido de obligación y de respeto, y es necesario saber cuándo abandonar el barco como capitán. Carlos Mazón no puede seguir en su cargo ni un minuto más. Debe acudir a declarar de manera voluntaria a la sede judicial. Es intolerable que los aforamientos de la clase política no hayan sido ya eliminados. Las alertas a los móviles llegaron demasiado tarde, a las 20:11 horas, cuando ya había un gran número de personas desaparecidas y el 112 había recibido miles de llamadas. Pongamos como ejemplo que con los datos que tenía la Universidad de Valencia (UV), los mismos que el Gobierno valenciano, suspendió las clases el 29-O. Está más que demostrado que el número de víctimas y el daño a infraestructuras y propiedades se podrían haber minimizado. Es normal que los familiares de las víctimas de la dana rechacen la asistencia del presidente del Consell al funeral de Estado, que tendrá lugar el próximo 29 de octubre, coincidiendo con el primer aniversario de las inundaciones que costaron la vida a 229 personas en la provincia de Valencia. En el acto está previsto que también se rinda homenaje a las siete víctimas de la dana en Castilla-La Mancha —seis en Letur y una en Mira— y una en Málaga. En total, 237 fallecidos en las riadas de aquel fatídico día en toda España. Los datos son demoledores: además de los que perdieron la vida, los destrozos afectaron a 1.500 kilómetros de carreteras, 99 de ferrocarril y más de 4.000 inmuebles. Se vieron perjudicadas 190.000 personas por la riada, que llegó a extenderse a lo largo de 530 kilómetros cuadrados.

    “El pueblo salva al pueblo” fue la frase más escuchada esos días. Y es verdad: legiones de voluntarios se pusieron en marcha días después para intentar aliviar el sufrimiento de quienes lo habían perdido todo. También cientos de camiones y furgonetas llegaron desde todos los puntos de España repletos de ayuda. Pero no olviden, queridos lectores, que lo que verdaderamente salva a la gente son los servicios públicos pagados por todos los contribuyentes: sanitarios, bomberos, bomberos forestales, Policía Nacional y Local, Guardia Civil, Protección Civil y, sin olvidar, la Unidad Militar de Emergencias. Cuando llegue el momento, la justicia pondrá a cada uno en su sitio. Pero el votante debería reflexionar antes de introducir la papeleta en la urna cuando lleguen las elecciones. Esto no va de derechas ni de izquierdas; esto va de la responsabilidad de todos. Todos somos Valencia y, por tal motivo, en la provincia de Jaén seguimos manteniendo y compartiendo ese enorme dolor que aún impide la cicatrización de la herida.

    JUAN LIÉBANA LÓPEZ / JAÉN

    Personajes...

    Una duda: ¿puede ser que los próximos Clásicos estén marcados por dos jugadores, ambos con un talento descomunal, pero que lo pierden todo por hablar demasiado, uno, y otro por querer buscar siempre bronca?

    FAUSTINO LASARTE GÁRATE

    Debates vacíos, país estancado

    Una pregunta: ¿A qué llama exactamente Feijóo “subsidios” cuando lanza sus Vox y sus “paguitas”? ¿Se refiere al derecho al desempleo, una conquista social que protege a quienes pierden su trabajo? ¿O al ingreso mínimo vital, una medida mínima de dignidad que asiste a quienes no tienen absolutamente nada? Que hable claro. Que no esconda su habitual cobardía tras vaguedades calculadas. Feijóo ha decidido abrazar la deriva más reaccionaria sin tapujos, creyendo ingenuamente que puede competir con la ultraderecha en su terreno. Pero quien juega a parecerse al partido de Santiago Abascal acaba siendo arrasado, directamente, por el propio Vox. Los resultados de los sondeos son más que evidentes y a lo largo de la historia de la democracia se ha visto muchas veces: entre el original y la copia, la gente elige al original. Este PP, desnortado y sin principios, ha perdido su alma. Ya no propone, solo reacciona. Ya no lidera, solo imita. Cree que endurecer el lenguaje le hará ganar votos, pero lo único que logra es hundirse en su irrelevancia. Con Feijóo al mando, el PP ya no es una alternativa de gobierno, sino una sombra acomplejada que ha renunciado a la moderación, al pensamiento propio y, lo que es peor, al coraje moral.

    MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS GORDON

    Cartas de los Lectores