Colonialismo tecnológico
En la nueva geopolítica global, el poder ya no se ejerce solo con ejércitos ni tarifas, sino mediante datos, algoritmos y plataformas digitales. Donald Trump lo entendió antes que muchos. Su proyecto no es solo económico ni proteccionista: es un modelo de colonialismo tecnológico que busca imponer una hegemonía autoritaria, incluso a costa de la democracia liberal. Lo más inquietante es que estas herramientas —infraestructura digital, inteligencia artificial, control de datos— quedan fuera de su política arancelaria. No se trata de aplicar impuestos, sino de consolidar dependencias: imponer sistemas tecnológicos estadounidenses que condicionan la economía, la comunicación y hasta el debate público en otros países.
Europa, mientras tanto, no compite: es colonizada. Sin una estrategia industrial sólida, sin capacidad de soberanía digital real, observa desde la periferia cómo su autonomía se erosiona. Ni Estados Unidos ni China respetan el modelo europeo basado en derechos, transparencia y regulación: ambos lo ven como un obstáculo. Este nuevo colonialismo no necesita soldados. Le basta con plataformas dominantes y gobiernos dispuestos a aceptar sus reglas. Frente a ello, es urgente que Europa impulse una alternativa democrática: soberanía tecnológica, cooperación internacional y control ciudadano sobre los sistemas que hoy nos controlan a nosotros. ¿Estarán a la altura los líderes e instituciones de la UE? Está en juego el futuro del viejo continente, que corre el riesgo de dejar atrás un legado de grandes logros para enfrentarse a un porvenir incierto.
PEDRO MARÍN / ZARAGOZA
Ayuda humanitaria en Gaza
Después de colocar al pueblo palestino en Gaza al borde de la hambruna, Netanyahu se vio obligado a permitir el ingreso de una mínima fracción de ayuda humanitaria. Entre el lunes 19 y el viernes 23 de mayo ingresaron unos 385 camiones con alimentos, medicinas y otros bienes. Muchos de los cuales tardaron en llegar efectivamente a los gazatíes. Estas cantidades siguen siendo insuficientes cuando durante la tregua llegaron a entrar hasta 600 camiones diarios con ayuda humanitaria, y actualmente hay cientos de camiones esperando en la frontera. Este giro en el gobierno israelí no ha sido por razones humanitarias. Se trata de una decisión calculada y fría, determinada por la presión ejercida por distintos gobiernos, como el mismo Netanyahu cínicamente ha reconocido: “Nuestros mejores amigos en el mundo, senadores que sé que respaldan a Israel, vienen y me dicen: Te daremos toda la ayuda que necesitas para una victoria total. Armas, apoyo para eliminar a Hamás, apoyo en el Consejo de Seguridad (de la ONU), pero no podemos seguir recibiendo imágenes de hambruna (en Gaza)”.
ANDREU PAGÈS
Sin Cristo no hay paz
Abundan las reuniones, las conferencias, se habla de paz, pero no callan las armas y todos los días hay noticias de muertos, escenas que conmueven al corazón más endurecido, con madres que huyen con sus hijos en brazos, multitudes de personas que entre escombros forcejean para poder obtener algo que llevarse a la boca. A Cristo, aún dentro de su Iglesia, ni le nombran, pero solamente Cristo, Rey de Paz, puede dar la paz.
JAIME FOMPEROSA / SANTANDER