¿Alguien pensaba que esto no existía?
Existió, existe y existirá, por una razón muy sencilla. La corrupción es inherente al ser humano. Existe en la política, en la justicia, en la policía, en la religión, en los funcionarios, o en cualquier espacio, público o privado donde halla personas. Resaltar que, la corrupción está especialmente pegada, al poder y al dinero. Me decía en una ocasión un directivo de una empresa que hace obra pública. “En este mundillo, todo el mundo da por hecho que hay que pagar un peaje para coger una obra pública, lo mas difícil, es saber a quien se le entrega el cazo, para no equivocarse de persona”. El tráfico de influencias, que consiste en favorecer al amigo y si es posible tener alguna recompensa, se produce todos los días en el ochenta por ciento de los despachos de los políticos, a todos los niveles. El acoso sexual o laboral, se produce todos los días en nuestra sociedad, desde los niños en la escuela, hasta las mas altas esferas. ¿Hay que tirar la toalla? No. Hay que hacer leyes y sobre todo disponer controles, para cazar a estos indeseables, corruptos y corruptores, llevarlos al juzgado, y si son condenados, a la cárcel y que pase el siguiente. Esto solo es posible en una democracia. En una dictadura, si denuncias a un político corrupto, el que vas a la cárcel eres tu, siendo esto, lo mejor que te puede pasar. No obstante, es necesario resaltar, que todo esto nace en la propia sociedad. En España, engañar al estado, o defraudar a hacienda está bien visto, que levante la mano, por ejemplo, el que nunca pidió una factura sin IVA. Hacienda calcula que el fraude fiscal, es decir lo que estafamos al Estado los españoles es el 20% del PIB es decir 318.000 millones de euros todos los años. Todo esto solo se arregla cambiando la sociedad, podrida, y sin valores en la que vivimos. En este punto, francamente soy pesimista.
CESÁREO LORENZO RODRÍGUEZ
Llorar es humano
De pequeño, las niñeras que tuvimos me formaron en la creencia de que “los hombres no lloran” y crecí convencido de que el llanto debilitaba. Pero ahora, al ver a mi hija educar a mi nieta, me doy cuenta de lo necesario que es soltar esas lágrimas que no he dejado brotar en más de seis décadas. Mi hija, al igual que mi nieta, no temen expresar sus emociones a través del llanto. Ambas me enseñan con sus actos, que debo liberarme, ser valiente y permitir que las emociones fluyan; porque el llorar, como el amor, es parte esencial de la vida y nada de lo que avergonzarse, sino una manera de ser más auténticos. Cuando su hija llora, ella la acompaña y no la juzga, sabiendo que ese llanto es su forma de liberar lo que siente. Y, a pesar de lo que opinen los machirulos, llorar es una necesidad emocional vital, tan necesaria como respirar, tiene efecto calmante y alivia el estrés. Se puede llorar como reacción a la tristeza o como expresión de alegría. Yo, sensible y empático, racionalmente lo comprendo, pero no lo logro, aunque lo necesite. Lo cincelado en mi cerebro infantil, me bloquea y, si alguna vez lloro es un instante. No me desahogo. Ahora, gracias a mi hija y nieta trato de reconstruirme y asimilar que llorar no es un signo de debilidad, sino de valentía y que reprimirlo puede generar sufrimiento emocional que puede llevar a la depresión. A partir de ahora, si ves a alguien llorar, basta de decir aquello de “no llores”. Dile en cambio: “Llora cuanto necesites, te vendrá bien. Aquí tienes mi hombro. Siempre estaré contigo”.
MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS GORDON
Entre la niebla del mañana
Es difícil ver el futuro próximo, y no digamos el lejano. La incertidumbre se ha instalado entre nosotros, alimentada por cambios rápidos, crisis encadenadas y una sensación de que el rumbo se ha perdido. Muchos dirigentes siguen tomando decisiones desde paradigmas pasados. La mayoría no tiene ni la experiencia ni los conocimientos necesarios para afrontar los desafíos tecnológicos, sociales y ambientales que ya están aquí. Asisten a los cambios como espectadores, cuando deberían liderarlos. Mientras tanto, los jóvenes siguen sin ocupar el lugar que les corresponde en las instituciones públicas. Y sin relevo generacional, la distancia entre quienes gobiernan y quienes heredan el futuro se agranda. Los empresarios, educadores y ciudadanos tenemos una tarea urgente: empujar una transformación del sistema educativo que forme para la adaptación, la innovación y el pensamiento crítico. Los empleos del futuro no llegarán si seguimos preparando para el pasado. Frente a la opacidad del momento, hay algunos brotes de luz. La pregunta no es solo qué letra seguirá a las tres “ces” de hoy —calor, corrupción, cabreo—, sino si seremos capaces de escribir un nuevo abecedario entre todos.
PEDRO MARÍN USÓN
Trump ganó... un gran abucheo
Tras entregar en Nueva York al Chelsea la Copa de vencedor del Mundial de Clubes de Fútbol, Trump recibió un estruendoso abucheo de la afición por quedarse para figurar en la foto oficial del equipo. Gesto que, aunque mucho menos dañino que otros suyos, nos recuerda que donde Trump debería estar hace tiempo es, no ya en la cárcel por defraudador económico, a lo que estaba ya condenado, sino en otro lugar más seguro aún para desequilibrados.
MARTÍN SAGRERA CAPDEVILLA