Y yo caí...

Enamorado de la moda juvenil, de los precios y rebajas que yo vi...”. Los que tenemos una edad nos acordamos de esta canción de Radio Futura que ya los años 80 nos hablaba del consumismo que caracteriza a nuestra sociedad. Si se escribiera hoy, casi con toda seguridad, incluiría el anglicismo “Black Friday”, con el que nos han estado bombardeando desde los distintos medios de comunicación y redes sociales en las últimas semanas. Si a esto añadimos que el encendido de las luces de Navidad se adelanta cada año más, la compulsión por comprar se dispara hasta límites insospechados. Las tarjetas echan humo y agotan su crédito, ya se pagará después en cómodos plazos mensuales a un tipo de interés casi usurero. Este es el modelo que nos define, el de las compras compulsivas, el del crecimiento infinito, siempre queremos más, aunque eso suponga acabar con los recursos naturales del planeta. Y yo, que como el resto no me libro de esta dinámica, añoro aquella pandereta con la que ensayaba villancicos en las tardes de invierno, envuelta en el olor a lumbres y matanzas. Nos preparábamos para ir a pedir el aguilando por las casas del pueblo, así ganábamos unas pesetillas con las que comprarnos alguna chuchería. ¡Qué poco teníamos y qué felices éramos!