Vulpes vulpes

Une zorrille se paseó anoche por delante de mi sótano. A las diez de la noche en Orcera. Me dio la impresión de que iba a urgencias. A las suyas vaya. O sea a los contenedores de la basura donde estos animalitos rebuscan su condumio. Inevitablemente recordé que las cabras y cervatillos lo hacen en Segura y a plena luz del día. Inevitablemente también recordé los jabalíes de Cataluña que la están liando parda con sus malos olores porcinos. Es verdad que en Cataluña huele a cerdo desde hace tiempo, hasta lo dicen muchos catalanes. Y ciertamente va a suponer un gran riesgo para la cabaña porcina de toda España si no se consigue atajar los olores en la frontera con Aragón, donde se han apostado los ejércitos armados con últimos modelos de mirillas nocturnas al más puro estilo de esos que llaman marines. Cientos de voluntarios se han unido a la iniciativa por treinta euros (Judas) la pieza eliminada. Va a ser difícil parar la invasión, pues los jabalíes cuentan con ciento cincuenta mil efectivos que conocen la jungla como nadie. Ni aunque la UME usara drones conseguiría detenerlos. Pero no todo está perdido, pues puede haber entre ellos algún que otro traidor que no haya comido bocadillos envenenados. Una pena porque, seguramente, en el fragor de la batalla, puede que no sean identificados por los espías sanitarios y caigan inocentes por culpables dando su vida por Cataluña y por España.