Volverse territorio

    01 abr 2022 / 16:40 H.
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    Leí hace tiempo en el prólogo de un precioso libro (Almáciga, de María Sánchez) que en mapuche —una lengua hablada por apenas un puñado de personas entre Chile y Bolivia— no existe el término muerte. Lo más parecido es la palabra mapulugün, que significa “volverse territorio”. Como si el idioma fuera capaz de reconocer la condición verdadera del cuerpo que deja de respirar y, al enterrarlo, este se descompusiera y se fundiese con la tierra, nutriéndola y regresando del más allá en una forma natural —un árbol— o lingüística —a través del idioma—. Me maravilla también la noción de que los esquimales tengan sesenta vocablos diferentes para designar a la nieve, dependiendo de las condiciones en que cae o el tamaño y la densidad del copo, por nombrar algunas variables. Los límites del lenguaje son los límites del conocimiento, como decía Wittgestein. No conozco lo que no sé nombrar. Ahora que estoy inmerso en la búsqueda de mis raíces, pienso en las personas que han pasado por mi vida y que ya se han vuelto territorio y sonrío con el corazón. Olvidadas o muertas, todas son el abono en el que ha germinado el jardín de mi experiencia. Son las palabras que he aprendido. De aquí en adelante, igual que otros se hacen budistas o se declaran feministas o lo que les da la gana, yo voy a ser mapuche. O esquimal.

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