Un hombre bueno

    18 may 2025 / 09:35 H.
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    De familia humilde y huérfano de padre desde los seis años, José Mujica creció rodeado de abuelos, tíos y primos con ideales claramente opuestos al régimen que regía por aquel entonces en su país. Militante de izquierda y exguerrillero, pasó casi trece años en la cárcel y tras el derrocamiento de la dictadura llegó a ser diputado, senador, ministro y presidente de la República de Uruguay. A pie de obra entre 2010 y 2015, José Mujica rebajó tres cuartos su sueldo para sumarlo a presupuestos sociales, anulando también protocolarias lisonjas y gastos superfluos que ensalzaran su presidencia. Siempre en defensa de los más desfavorecidos y abiertamente crítico con todas las dictaduras y las voracidades capitalistas, demostró al mundo entero cómo se predica con el ejemplo cuando la voluntad política va acompañada de serenidad y tempo en la palabra y honradez en las cuentas. Concluido su mandato, José Mujica renunció a su sueldo de senador, y junto a su esposa Lucía Topolansky regresaron a su chacra. Allí volvió a ejercer su antiguo oficio de floricultor y hasta el último de sus días nunca dejó de ser, como su admirado Antonio Machado, un hombre bueno.

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