Un baile de máscaras

En un brindis al turismo y al intento de salvar el verano nos llega la segunda normalidad. En la primera nos dieron permiso de viaje con mascarilla obligatoria. Ahora, con enemigo más débil pero no extinguido, nos abren la puerta de las vacaciones y del ocio sin mascarilla en exteriores. Enseñar la cara puede ser un intento añadido de que pueda vislumbrarse nuestro interior, visibilizar si el gesto nos ha cambiado, reconocer si el virus ha hecho estragos en nuestros comportamientos más inmediatos. Es evidente, a tenor de los últimos aconteceres, que algunos se han quitado la máscara para mostrar su perfil más real. Así, por ejemplo, el gobierno ha concedido indulto a los díscolos catalanes pero inmediatamente y con rotunda certeza el presidente les dice que nada de referéndum de autodeterminación a lo que risueños le replican: denos tiempo, por no recordarle aquello de que cumplirían las penas en su totalidad y de que jamás habrá ruptura aunque sí mesa de diálogo. Para qué cabría preguntarse. Que se puede negociar que no sea el oro europeo que llegará. Los indepes a máscara caída siguen en su letanía que clama amnistía y referéndum. Han acordado dejarlo para Septiembre. Tres meses más cada uno en su cómoda Moncloa. Tomen el bañador y el bikini, lleven la máscara colgada en el brazo y que la farsa continúe.” Un ballo in maschera”. Grande Verdi.