Tinta roja

    02 mar 2025 / 09:41 H.
    Ver comentarios

    Cuesta muchísimo trabajo escribir de aquellas cosas que uno tiene en el corazón. Mucho más que de las que no tiene, pues estas salen de corrido sin tropiezo alguno y se desparraman en el papel cual tinta del tintero caído. Lo emborronan todo y termina uno creyendo que ha entregado la vida sin ninguna causa que lo justifique. Veo esto con cada cosa que publico cuando mis lectores (la familia y alguno más) se preguntan el porqué de una frase o de una historia, y hasta le ponen nombre a los protagonistas. Y es verdad que muchas veces lo tienen y hasta las situaciones son verosímiles para quienes me conocen, tanto que son ciertas la gran mayoría. Ahora bien, las anécdotas residen en la memoria y las hay de todo tipo y condición mereciendo la debida atención, pues reflejan comportamientos antiguos que, a la luz de la madurez madura, toman cuerpo y reflejan cómo era uno en pasados más o menos recientes. Pero aquello que reside en el corazón lo que merece es protección. Es abrir el pecho y enseñar lo que hay dentro. Lo que te duele, lo que te alegra, lo que nadie quieres que sepa. Y estas cosas no derraman tinta sino sangre. Y, el lector, ávido del rojo granate, se enfrasca en argucias para descubrir lo que le ocurre a quien escribe. Cosa que está bien para quien lee con sana intención y tampoco está tan mal para el que intenta vivir la vida de otro sin conocer la suya propia. El que no vive no escribe.



    Articulistas