Surfeando olas de calor

20 ago 2022 / 15:42 H.
Ver comentarios

En Jaén, por verano, se vive en un estado de letargia cada año más prolongado. Procuramos sobrevivir manteniendo las constantes vitales al mínimo adaptándonos a un clima cada vez más extremo. Sólo esta disminución de los latidos podría explicar la tendencia decreciente en la tasa de natalidad que padecemos. Preferimos estancias cristalinas protegidas por toldos abatibles y el aire acondicionado a tope, a las cavernas de piedra que en el pasado nos albergaban. Quien puede huye a la sierra o a la costa, y el que no, sufre al tener que soportar la factura de la electricidad que alimenta a las máquinas enfriadoras. La mayoría de las economías avanzadas en el mundo se desarrollan en territorios sobre climas más fríos, donde las bajas temperaturas no impiden la actividad productiva. De un modo opuesto, las zonas cálidas se empobrecen donde la teórica idoneidad para la actividad agrícola apenas contribuye al Producto Interior Bruto.

Vivimos tiempos con temperaturas más elevadas, aumento de la sequía y tormentas más intensas, y eso se denomina Cambio Climático. Lo hemos provocado los humanos como consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero que cubren la tierra y retienen el calor del sol. Este cambio perjudica especialmente a la economía de la provincia de Jaén por su excesiva dependencia del cultivo del olivar y por la pérdida de atractivo de habitabilidad. El aumento de las temperaturas es evidente. Sólo en este mes de julio Jaén ha registrado la temperatura media más alta de España y de la serie histórica, con 30,9 grados de media cuando el máximo era de 30,5 y databa de 2005. Incluso en las zonas con más altitud las temperaturas son anormalmente superiores a las del pasado. En cuanto a las lluvias los datos son abrumadores. En lo que llevamos de año hidrológico (desde octubre) ha llovido 305 mm, cuando la media desde 1971 es de 650 milímetros. Por cierto, mm significa milímetros por columna de agua, o lo que es lo mismo litros por metro cuadrado, aunque esta abreviatura también se utiliza para los miles de millones. Justamente, hablando de eso, se esperan pérdidas de mil millones de euros en la campaña de aceituna 22-23 con la previsión de producción de las más bajas en lo que llevamos de siglo. El tercer factor que caracteriza este cambio climático es la intensidad de las tormentas. Jaén es mucho más vulnerable a los fuertes aguaceros pues las prácticas agrícolas no han favorecido un suelo vegetal que evite la erosión. El uso de herbicidas desnuda la tierra de hierba y las fuertes lluvias arrastran la cubierta fértil hasta los pantanos. Los embalses se llenan de lodo y algunos de nuestra cuenca apenas son saltos de agua de ríos casi secos. Los niveles acuíferos bajan alarmantemente por el uso de riego de pozos y el vanidoso mar de olivos no deja de ser un bosque de árboles sobre un desierto.

A tan dramático diagnóstico el tratamiento no resulta sencillo. A nivel global los acuerdos de los países en diferentes reuniones internacionales no han logrado frenar el calentamiento. A nivel territorial se apuesta por las desalinizadoras que no solucionarían nada en la provincia de Jaén. El asunto de los trasvases de cuencas del norte de la península al sur se antoja utópico por las tensiones políticas que generaría, y en ese tablero solemos perder, tanto más cuando ningún político se moja por Jaén.

Articulistas