Sí, 8 de marzo otra vez
Muy a pesar de las voces que claman en contra de la celebración del Día 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer, intentando hacer de él un día en el que las feministas reclaman a los hombres; en el que denostan la igualdad de género; en el que acusan de una radicalidad que no existe dentro de la reivindicación de la igualdad como base para una sociedad más justa, desde aquí, y como vengo haciendo durante décadas ya, vuelvo a reivindicar el feminismo, que se inició en la ciudad de Nueva York, un 19 y 20 de Julio de 1848, donde se creó la primera Convención Feminista sobre los Derechos de la Mujer, llamada “Convención Seneca Falls”, porque feminismo es igualdad. Igualdad de derechos y punto.
Ciento setenta y cinco años después, siguen siendo necesarios los movimientos feministas para que la rueda siga girando y la bicicleta no se caiga. Parar es retroceder, todo lo que no avanza retrocede, y ahí seguimos. Al día de hoy y con un cuarto del siglo XXI ya consumido comprobamos con una gran preocupación, cómo a pesar de las políticas en materia de igualdad, que hacen que nos acerquemos en derechos socialmente hablando, el comportamiento violento hacia la mujer sigue estando ahí, y proviene de los entornos más dolorosos: la familia o exfamilia.
Evidentemente es un fracaso rotundo que diariamente en nuestro país haya que enterrar a una mujer, víctima de la violencia de género, cuando no a los hijos, esos seres indefensos y víctimas directas de relaciones tóxicas.
Ya han pasado varias generaciones desde que se comenzó a verbalizar y a exponer la gran tragedia interna a la que se enfrentan muchas mujeres en el seno de sus hogares, ahí no ha llegado el ojo de la administración porque todo se producen en el llamado “entorno de la intimidad”, sagrado hasta la muerte. Es triste y desesperante comprobar que todo parece poco para conseguir que la igualdad se conciba como un derecho y no como un robo de derechos patriarcales. No debería de ser tan difícil conseguir que esa parte podrida de la sociedad sanara por la razón, que no por la fuerza, y aquí estamos. Un año más reivindicando la igualdad, el respeto, los derechos, la compasión y tantos valores que nos deberían de unir a mujeres y hombres.
Entretanto seguimos denunciando la violencia, la desigualdad, y trabajando para que ésta no sea una lucha de mujeres y víctimas principalmente, sino que lo sea del conjunto de la sociedad. Sólo así avanzaremos hacia la civilización.