¿Seremos más torpes?

Antes los chicos/as, en las calles, interactuaban en juegos de habilidad que los estimulaban: aro, pídola, comba, canicas, pañuelo, bote, rayuela... Ahora, se mueven poco; mandan las pantallas. Y esto debería preocuparnos pues se ha detectado la reversión del efecto Flynn: desciende, de forma constante, la puntuación del cociente intelectual en los países desarrollados. Parece ser que el efecto Google es el culpable: no se memorizan los datos; porque están disponibles en las redes. Y esto ocasiona: pérdida de memoria, atrofia cerebral por falta de ejercicio mental, falta de vocabulario, de atención, de opinión personal y de razonamiento abstracto, ansiedad, introversión... Darwin pensaba que la evolución necesitaba largos períodos de tiempo; pero recientes investigaciones, realizadas por biólogos, como Andrew Hendry, demuestran que lo normal es la rápida microevolución y que basta un gen saltador y la influencia epigenética para alterar el código genético de toda una población. ¿Estaremos modificando nuestro genoma y forjando niños/as más torpes?