Salud, dinero y control

10 oct 2020 / 20:14 H.
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Allá por los noventa, por San Lucas, recuerdo sonaban Los Rodríguez en las casetas del ferial, nos apretábamos empapados de lluvia y sudor, brindábamos por el futuro con la noche de testigo, por la fortuna perdida, desde aquel rincón del mundo, cantábamos, “brindo contigo, salud”, y le pegábamos un trago al cubalitro cooperativo de cola, saliva y ron. Este año, la música se tornará silencio, casi desde otro rincón de un mundo bastante más diferente, más austero, más aprensivo, más neurótico, con un brindis de prudencia, y si me apuran, sin alcohol y cero calorías. El maldito virus nos ha dejado sin la explosión de felicidad que suponen las fiestas locales, con lo que eso supone para la economía y el estado de ánimo. La crisis sanitaria nos obliga a anteponer la salud a cualquier otro aspecto de la vida, a velar por nuestros mayores, a cumplir las normas que nos imponen aquellos que mandan y creemos que entienden, y si lo ordenan, a apagar los motores de la economía. Y así lo hicimos en la denominada primera ola, y la bofetada fue enorme. En Jaén, en el segundo trimestre, la tasa de actividad cayó por debajo del 50% (47,58%), 4,63 puntos porcentuales menos que el año pasado, mientras el descenso en Andalucía fue de 4,32 puntos y de 3,2 en el resto de España. La tasa de paro se dispara al 25,63%, con un incremento de 5,47 puntos respecto al trimestre anterior, 0,11 en Andalucía y 0,92 en España. Lo que sea necesario por evitar el avance del virus, pero parece que las medidas de confinamiento han resultado más lesivas para la ya, de por sí, dañada economía de nuestra provincia. Muchas personas lloran destrozadas por la pérdida de algún miembro de la familia o un amigo, pero es también preocupante como otras pueden entrar en la triste espiral de perder un puesto de trabajo que probablemente nunca recuperarán. Las autoridades buscan instrumentos que permitan compensar este aletargamiento, generando una falsa sensación de inmunidad hacia la miseria, pues ni las medidas son suficientes, ni el sector público tiene fortaleza para aguantar mucho tiempo. La situación genera una caída en la confianza que, en las economías domésticas, se traduce en un descenso del consumo y un elevado ahorro. Es lo que se denomina Trampa de Liquidez Keynesiana. Consiste en una situación complicada de incremento del ahorro, descenso de los créditos, con tipos de interés muy bajos, y una preferencia por la liquidez. Es la respuesta a algo tan natural como es el miedo. La realidad es que muchas familias han preferido ahorrar a irse de vacaciones por la incertidumbre que la pandemia está provocando. Por el mismo motivo la bolsa no supone una alternativa al igual que la renta fija que roza el cero. Incluso las empresas incrementan el endeudamiento para acopiarse de liquidez, sin proyectos de inversión a corto plazo. Los avales ICO, que cubren hasta el 80% de la morosidad, han tenido un gran protagonismo en este crecimiento de préstamos. Si esa deuda no se devuelve pronto o no se destina a inversiones productivas, mala salud auguro al principal avalista que somos todos. En ese difícil equilibrio entre la salud y el dinero, se impone el sentido de la responsabilidad. Diagnósticos, rastreadores, y respiradores, que eviten contagios descontrolados y colapsos hospitalarios. Esto es, salud, dinero y control. El amor, se queda en el recuerdo de aquella, siempre húmeda, feria de San Lucas.

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